Lunes, 21 de febrero de 2005, y jueves, 24
Puigcercós: «CiU exigía comisiones cuantiosas en las obras públicas»
Cena en el Palacio de Buenavista con los dirigentes de Esquerra Republicana Joan Puigcercós y Joan Puig. Me acompaña Paco Pardo. Puigcercós habla con confianza: «El PSC es la aristocracia de Cataluña, nosotros somos más cercanos a las necesidades de la gente. CiU tenía una red de influencias en Cataluña y exigía comisiones cuantiosas en las adjudicaciones de obras públicas, un verdadero escándalo». Les reprocho que Carod-Rovira se reuniera con ETA, y Puigcercós contesta que «yo me enteré de la reunión con ETA por una periodista de ABC que, la tarde anterior a la publicación de la noticia, me llamó para preguntar por el tema. Carod-Rovira ya había tenido intención de reunirse con ETA antes de las elecciones catalanas, y se lo habíamos quitado de la cabeza. Sin embargo, tras las elecciones, no se lo dijo a nadie y lo hizo ante la sorpresa de todos. Carod-Rovira es un hombre sensato, pero pecó de iluso, porque realmente pensó que podía colaborar en que ETA dejase las armas». Al final de la cena les pido que ERC apoye la Ley Orgánica de la Defensa Nacional, y se comprometen a votar a favor aunque «en el trámite parlamentario presentaremos enmiendas parciales». Que ERC vote a favor de la Ley de Defensa Nacional es muy destacable, porque, finalmente, el PP no será necesario para aprobar una ley que, de haber estado vigente, hubiera impedido a Aznar reunirse en las Azores para decidir ir a la guerra de Irak, en contra de la opinión del pueblo español. El PP me ha estado toreando y no pueden ni imaginar que tendremos el apoyo de ERC en esta ley. Recuerdo la conversación que tuve el enero pasado con Zaplana, cuando me dijo que el PP confiaba en que sin el voto de la derecha no saldría adelante la ley y «Bono tendrá que aguantarse».
Hoy, jueves 24, recibo en Barajas al presidente de Argelia, Abdelaziz Buteflika, que peina su cabello a lo Anasagasti. «Madrid es la capital más cercana a Argel —me dice—, y parece mentira; no deberíamos olvidarlo a la hora de estrechar nuestras relaciones, solo he tardado una hora y media en llegar. Cuando tuve la ocasión de conocer a Franco de cerca, cambié la idea negativa que tenía de él». Lo escucho en silencio y con disgusto.
Llama Javier Rupérez para darme las gracias por haber calificado, ayer en el Congreso, a Arnaldo Otegi —acusado en su día del secuestro de Javier por ETA— como «diputado secuestrador»: «Esto debió haberse dicho antes y, desde luego, alabo tu coraje y tu valentía, por lo que te quedo muy agradecido».