Martes, 12 de abril de 2005
El Rey: «Si Rouco llega a Papa, ¡que Dios nos pille confesados!»
Ayer visité Cartagena y embarqué en el submarino Siroco y, según el AJEMA, fui el primer ministro de Defensa que hizo oficialmente una inmersión. La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, también estuvo ayer en Murcia; la recibieron con protestas por su política de aguas y, cuando me preguntaron por este asunto, manifesté medio en broma: «Tengo un pacto con Cristina Narbona, en virtud del cual ella no habla de submarinos y yo no hablo de agua». Lo cumplo.
Me dice el director del CNI que ha informado hoy al presidente Zapatero de que «en ETA y en HB han visto como gesto favorable hacia la pacificación que el Gobierno haya consentido la candidatura del Partido Comunista de las Tierras Vascas [PCTV]. Lo evidente es que el PCTV y Batasuna son la misma cosa, y de ello tenemos pruebas indubitadas». Zapatero actúa con la mejor buena fe y está convencido de que va a acabar con ETA. Como no es imposible, prefiero creer que lo conseguirá.
Viaje a Morón con el Rey. En el avión pregunta mi opinión sobre el Príncipe de Asturias: «Me parece buena persona —le digo—, preparado intelectualmente y muy prudente; nadie ha podido decir hasta el momento nada malo contra él que sea verdad». Muestra interés por saber si Felipe González influye mucho o poco en Zapatero, y le contesto sin mojarme que «creo que Felipe influye en Zapatero menos de lo que influye Su Majestad». Se ríe y dice: «Eso es no querer contestarme…». Cambia de tema: «Estáis quitando estatuas de Franco y estas cosas no pasaban con Felipe González ni con Guerra… Un día le dije a Santiago Carrillo que no quería que hablase mal de Franco en mi presencia, porque él fue quien me puso en este puesto». La verdad que encierran estas últimas palabras solo es comparable a la naturalidad con que me las dice. «Debemos tener cuidado con el Valle de los Caídos —sigue el Rey—, y estoy preocupado por si ahora os da por sacar a Franco de la tumba. Que sepas que Manolo Marín está en contra de lo de las estatuas». «No se preocupe por el tema —le contesto—, lo que se haga se llevará a efecto de manera legal, no conozco a nadie del PSOE que quiera profanar tumbas». Le explico con detalle el proyecto de Ley de Régimen Disciplinario de la Guardia Civil, y está de acuerdo con sus posiciones: «Si la Guardia Civil funciona bien ahora, ¿por qué tenemos que hacer cambios? La Guardia Civil fue leal a la legalidad hasta con la República». A bocajarro, me pregunta: «¿Por qué no les dices a los periodistas que el Rey está en contra de una reforma que quite el carácter militar a la Benemérita?». «Porque le implicaría en un debate vivo, no cerrado, que no le conviene —le contesto—, y porque, mientras el Parlamento no se pronuncie, sería poco leal por mi parte con el presidente». Salta, cambiando de tema: «Pues que sepas que Zapatero no quería ir a Roma al entierro del Papa, y me dijo que no iba a ir a más funerales por el Papa que por su madre. A mí me pusieron en el Vaticano por delante de Bush, y todos venían a saludarme y era el centro de atención. A la coronación del nuevo Papa iré yo, y tú debes venir conmigo, ya se lo diré a Zapatero…». Para acabar con los asuntos eclesiásticos, y cuando ya hemos aterrizado, en presencia de Jesús Ramírez y Roberto López me dice algo que le sale del alma: «En el entierro de Juan Pablo II, la Reina me preguntó si era posible que Rouco fuese elegido Papa, y le dije que si Rouco llegaba a Papa, ¡que Dios nos pille confesados!». Todos reímos, pero la verdad es que nunca pensé en la posibilidad de que Rouco pudiera ser Papa.