The information contained in this book or books is provided for informational purposes only and includes the book title, author name, and a brief description or abstract. For the full text of the book, please contact the author or publisher.
Alfonso Arizmendi Regaldie (San Cristóbal de la Laguna, Islas Canarias, (España), 1911 - Valencia (España) 2004), más conocido por el seudónimo Alf Regaldie formado con la abreviatura de su nombre y con su segundo apellido, de origen francés, aunque también utilizó el de Carlos de Monterroble. Aunque nació en la localidad canaria de San Cristóbal de la Laguna, durante la mayor parte de su vida residió en Valencia, por lo que se le puede considerar con toda justicia miembro de pleno derecho de la escuela de ciencia-ficción valenciana. Al igual que ocurrió con otros muchos contemporáneos suyos, tuvo la desgracia de verse atrapado en la vorágine de la Guerra Civil española, participando como combatiente en el bando republicano. lo que le acarreó, como es fácil suponer, serias dificultades una vez acabada la contienda, llegando a estar encarcelado por ello durante siete años.<
Alfonso Arizmendi Regaldie(San Cristóbal de la Laguna, Islas Canarias, (España), 1911 - Valencia (España) 2004), más conocido por el seudónimo Alf Regaldie formado con la abreviatura de su nombre y con su segundo apellido, de origen francés, aunque también utilizó el de Carlos de Monterroble. Aunque nació en la localidad canaria de San Cristóbal de la Laguna, durante la mayor parte de su vida residió en Valencia, por lo que se le puede considerar con toda justicia miembro de pleno derecho de la escuela de ciencia-ficción valenciana. Al igual que ocurrió con otros muchos contemporáneos suyos, tuvo la desgracia de verse atrapado en la vorágine de la Guerra Civil española, participando como combatiente en el bando republicano. lo que le acarreó, como es fácil suponer, serias dificultades una vez acabada la contienda, llegando a estar encarcelado por ello durante siete años.<
Douglas Morrison presintió el encuentro. Y se dispuso a intervenir, abandonando su tranquila mesa en el café, restaurante y cervecería de Betsy Flanagan. Douglas conocía bien a Terry Payton, el más duro de los capataces del hacendado Herbert Scott. Y no conocía bien a William Mac Donald. Pero se había formado Morrison una idea bastante justa de lo que era la tenacidad de aquellos agricultores que iban llegando dispuestos a transformar el Oeste. William Mac Donald salía del almacén general de Caleb Potter, en el que había comprado alambre espinoso, entre otras cosas. Lo había comprado para cercar con él su propiedad.<
El Cancionero se compone de 366 fragmentos (317 sonetos, 29 canciones, 9 sextinas, 7 baladas y 4 madrigales) tradicionalmente divididos en dos partes: las rimas en vida de Madonna Laura y las rimas tras la muerte de Madonna Laura. Esta división, no obstante, se debe a los editores de la obra y no al propio Petrarca y está sugerida tanto por el contenido como por el hecho de que en el manuscrito definitivo hay varias hojas en blanco entre la composición CCLXIII y la CCLXIV.A lo largo del Cancionero, Petrarca va componiendo los tópicos de la poesía amorosa que en ocasiones vierte con especial acierto. Especialmente célebre es el fragmento XXXV en que desarrolla el tópico del amante que, fugitivo, huye de todo y sólo es incapaz de esquivar su propio amor.Las composiciones amorosas de la primera parte abundan mucho en la belleza (vaga belleza) de la amada, en que reside la elevación espiritual y trascendencia del amor de Petrarca. Hay, por ejemplo, tres canciones (las denominadas Tres Hermanas) dedicadas exclusivamente a la alabanza de los ojos (bellos) de Laura. Léase, por ejemplo, el fragmento LXXIIEn la segunda parte de la obra, ante la desolación por la muerte de Laura, Petrarca obra en ella un proceso de beatrización que en sueños o en la imaginación lo consuela y le promete la unión eterna en el cielo. Así en la rima CCCII.<
Criada en el seno de una típica familia de clase media, nadie que observase a Andrea Johanssen podría imaginar ni el mundo en el que vivía ni el secreto que se escondía tras su origen. Con dos hermanos y unos padres miembros de un clan, formaba parte del mismo por vinculación familiar, pero ella nunca había sido como ellos y, en el fondo, eso la hacía sentir de menos ante muchos de los que formaban ese clan, sobre todo ante algunos como los Andrews. Desde luego, su diferencia era algo que ni Din ni River Andrews le hubieron permitido olvidar durante sus años de escuela, convirtiéndola en objeto de sus burlas y bromas y, aunque no dejó que hicieran mella en ella, tampoco podía dejar de lado la verdad de fondo de las mismas. Ella no era ni lobo ni oso como el resto de los miembros del clan.Din Andrews era lo que todos esperarían; Un chico guapo y popular, un perfecto hijo y un perfecto ejemplar de lobo. Sí, él era fuerte, listo, triunfador, pero, en el fondo, se sentía una persona incompleta, una persona a la que le faltaba algo que se negaba a admitir. Crecer sintiendo una desconcertante necesidad por una niña ajena en todo a él y lo que representaba, le mortificaba desde la primera vez que posó sus ojos, su olfato y sus sentidos salvajes en ella. De crío la convirtió en objeto de sus burlas y sus crueles bromas como medio para obligar a su lado salvaje y a sí mismo a apartar las sensaciones que su cercanía le provocaban. De adolescente se negó a admitir la evidencia que su raza, sentidos y naturaleza le gritaban como cierto y evidente, pero, de adulto, no podía ni debía seguir ignorando lo que era imposible ignorar y más aún evitar.Ella era suya, él le pertenecía y debía ganársela aun sabiéndose no merecedor de ella por haberla tratado tan mal durante tantos y tantos años.<
Era media mañana cuando la diligencia procedente de Sanders, y que había hecho noche en St. John’s, dejó a una linda viajera en Springerville. El carruaje debía seguir hasta Alpine para rendir viaje al siguiente día en Duncan. La viajera, morena, de ojos claros, estatura más de mediana sin llegar a ser alta, poseía una linda y atractiva figura. Y se adivinaba muy joven, tal vez por bajo de los veintidós años. Vestía con sencillez y llevaba como equipaje una maleta mediana y un maletín de mano. Dejó la maleta en el suelo, y conservando el maletín de mano, asomó a una pequeña sala de espera que poseía la estación de diligencias.<
Maximiliam regresaba al hogar tras muchos años al servicio de la Marina Real de su Majestad. Regresaba a casa para hacerse cargo de sus responsabilidades como heredero del ducado de Frenton y sabía que entre ellas se hallaba el encontrar la esposa adecuada y aportar nuevos herederos al título. Nunca pensó que sus planes originales sufrieran un revés al reencontrarse con una Amelia convertida en una mujer hermosa, sensual y arrolladoramente atractiva que despertaba en él deseos muy alejados de los que debería sentir quien siempre la había considerado una hermanita pequeña a la que proteger y cuidar. Ahora debía luchar contra la pasión que ella despertaba en él, pues no debía ignorar quién era ni lo que era. No podía dañar su casa, su título, su posición, su familia y menos aún, a la pequeña Amelia Mcbeth. Pero ¿qué pasaría si se dejara llevar por los incontenibles deseos y sentimientos que ella despertaba en él? ¿Se convertiría en un monstruo o simplemente sería feliz siendo quien estaba destinado a ser: el amor de su Amelia?<
Al llegar al rancho que sus padres poseían al norte de Big Spring, a no muchas millas agua abajo del nacimiento del Colorado River, Duke Sterling había encontrado a su madre y a su hermana enlutadas y llorosas. Las dos mujeres, apenas lo vieron aparecer, se le echaron al cuello, abrazándolo y llorando angustiadamente. Al fin, entre hipos y lágrimas, logró adivinar el fondo de la tragedia. —¡Papá, pobre papá, tan bueno! —¡Esos criminales! ¡Tu pobre padre…!<
Dicen que cuando a una mujer le ha faltado cariño desde pequeña, su alma se encierra en una coraza que es muy difícil resquebrajar. Julianna, en cambio, sigue siendo confiada y generosa. Extremadamente tímida, pero con gran corazón, busca sosiego en la cocina horneando deliciosos pasteles, en los libros, en la naturaleza, escapándose por la noche para ver las estrellas en el bosque de su Irlanda natal. Así descubre una noche a un joven herido, a quien salva la vida, curándolo como ha visto hacer a su padre. Los años pasan y esa niña regordeta se transforma en una belleza extraordinaria, sin ser consciente de ello. Tras la muerte de su padre, repudiada por sus hermanos, se ve empujada a buscar su independencia en Londres. Lo que no sabe es que hay alguien que la admira y la busca en secreto. Aquel joven al que salvó, hijo del conde de Worken, se siente en deuda con Julianna, a quien ha visto crecer y florecer hasta transformarse en toda una mujer. A Cliff de Worken le resulta extremadamente fácil cautivar a la tímida e ingenua Julianna. Él, después de todo, es ahora uno de los solteros más codiciados, atractivo y arrebatador. Pero su ímpetu arrolla y confunde a la bella joven, que no puede entender que alguien se fije en ella. Aun dudando de las intenciones de Cliff, Julianna se verá envuelta en una peligrosa historia. ¿Por qué confía en ese hombre con sonrisa de depredador? ¿Por qué no puede resistirse, cuando todos los indicios le dicen que se aleje de él? Pero el destino le tiene preparadas muchas pruebas y aventuras que deberá superar antes de obtener la respuesta…<
Al joven Stevenson le había gustado Glenda Farrow, una linda chica de figura elástica y bien proporcionada, tez morena, de un moreno dorado, ojos verdes y abundante pelo color caoba. Billy no sabía quién era ni cómo se llamaba la chica; pero pensaba que para que a uno le gustase una mujer no se necesitaban tales datos. Por otra parte, él no estaba entonces en situación de pensar en mujeres y menos, como aquella, capaz de llevar de cabeza a cualquiera, aún con menos temperamento que él. Tenía Billy por delante cosas de mucha envergadura que debía resolver si quería luego tener ocasión para dedicarse a una chica como Glenda, que, forzosamente, debería ser absorbente.<
Huyendo de sus tíos, de sus planes para ella e incluso de su posible asesinato, Lady Adeleine Claire de Forley, adoptó una nueva identidad. Tenía la esperanza de hallar un lugar seguro donde dejar pasar los meses que restaban para cumplir la edad de ser libre. La edad en que ya no sería pupila de su tío y podría recibir su dote con la que empezar una nueva vida lejos de él, de su tía y sus primas. Lord Alexander de Camus, marqués de Southern, no podía imaginarse lo que le depararía acudir a pasar unos días en la casa de su tía. Esperaba contar con la relajada compañía de su familia, pero nunca resultar prendado. Enamorarse era lo último que podría esperar y menos acabar enamorado de una joven alejada de cualquier otra que hubiere conocido, más, cuando ni siquiera conocía su verdadero nombre. Una nueva huida solo logró alejarlos y saberse avocados a peligros para ambos, pero, ¿qué mayor peligro hay que enamorarse y perder al objeto de nuestro deseo?<
BRIAN Kennedy se disponía a salir. Se podía decir que no estaba en uno de sus mejores momentos y necesitaba airearse, charlar con alguien. Y había decidido ir a encontrarse con Amy Keller, una rubia despampanante que le servía de modelo frecuentemente. El traje de Brian estaba más bien raído a pesar de lo mucho que lo cuidaba; pero el joven ilustrador era de los convencidos que lo importante era el hombre, no su envoltura. No quería ser indiscreto y se disponía a telefonear a Amy, cuando repiqueteó el avisador telefónico.<
Lady Hope: Abandonada apenas unos días antes de su boda por su prometido que, con la ayuda y asentimiento de sus propios padres, la cambiaba por su propia hermana, Marian de Gremby dio un giro a su vida marchando a la propiedad que le hubieron dejado sus tíos alejándose de su familia, sus recuerdos e incluso de sí misma. En su nuevo hogar descubrirá qué es el amor y lo que éste puede lograr. Pero no todo será tan fácil. Habrá de luchar contra secretos, mentiras y engaños que la harán dudar de todos y todos y quizás renunciar a sus nuevos sueños y esperanzas. Aquiles, Marqués de Reidar y futuro duque de Chester, lo tenía todo: atractivo, fortuna, altas dosis de temeridad y seguridad en sí mismo que le reportaban la envidia y el respeto de sus congéneres masculinos y los suspiros y entregados brazos de cualquier dama que se propusiere. Sí, lo tenía todo, o eso creía. Solo una joven terca, cabezota y completamente ajena a su encanto le abrirá los ojos a la verdad. Le faltaba lo único que nunca hubo buscado y que, sin embargo, era lo único que deseaba; el amor de la única mujer destinada a ser su terca pareja.<
El doctor Bronson contrajo las pupilas detrás de sus gruesos lentes, como para ver mejor, y no pudo evitar la emisión de una exclamación de asombro...<
Las compuertas de los compartimientos estancos de la Numancia se abrieron, sin que la isla-base interplanetaria de los terrestres se detuviera en su veloz marcha en torno a la periferia de la atmósfera del planeta 'D-7', y el roto-avión pilotado por el coronel Cris, en el que éste regresaba de Bradiland, se cernió por unos momentos en el espacio descendiendo luego hasta penetrar en el compartimiento, que se cerró tras él herméticamente.<
Aurora Stevenson vivía alejada de los oropeles y grandiosas fiestas de la aristocracia y la nobleza que tanto desconocía pues nunca perteneció a ella. Vivía inmersa en su pequeño mundo donde las cosechas, las pequeñas reuniones o fiestas locales y algún acontecimiento familiar constituían las pocas emociones de su existencia. Lo único que ese año parecía sacaría de su rutina por unos días a los habitantes de la zona era el que se rumoreaba podría ser el acontecimiento del año, la unión de las dos familias más prominentes de la zona, el heredero del duque de Frenton, lord Latimer Ruttern y la hija del vizconde de Lindlley, lady Helen. Poco podría imaginarse lo equivocada que estaba respecto a todo lo que le rodeaba, incluida su propia vida. Lord Latimer Ruttern, heredero del ducado de Frenton se encontraba por fin decidido a unir su vida a una dama que diera cierta tranquilidad y paz a su existencia y también un futuro estable al ducado y al título. Paz, sosiego y tranquilidad eran lo que su mente reclamaba tras los duros años pasados recuperando la fortuna y el nombre del ducado tras los líos y escándalos en que los sumió su alocado hermano menor antes de su regreso de Francia. Tras la batalla de Waterloo, Latimer perdió durante un tiempo la memoria y, con ella, toda consciencia de quién era y de su vida antes de la guerra. Pasado un tiempo en que su familia y amigos le daban por muerto y recuperados sus recuerdos y así su propia persona, Latimer regresó a su hogar encontrándose, sin embargo, a unos padres felices de su vuelta, más también sumidos en un desasosiego comprensible por las actuaciones de su alocado hijo menor, su hermano Crom. Solucionados todos ellos tras algunos años difíciles, deseaba un poco de paz y, quizás, una dama adecuada, con un carácter afable y agradable, se la diera. Quizás lady Helen, hija de lord Lindlley, vecino de la propiedad ancestral de los duques fuere esa dama. Pero ni los planes ni sus deseos eran los que realmente pensaba y menos perseguiría.<
Un helicóptero de bruñida superficie se acercaba lentamente al horizonte marino. El aparato, además del piloto, llevaba dos viajeros. Uno de ellos, a pesar de ir sentado, se le adivinaba alto y bien constituido; pero no era esto lo que le prestaba un aspecto impresionante, sino su cabeza, que llevaba erguida y en la que destacaba la frente, amplia, despejada, poderosa, y sus ojillos, claros y penetrantes en los que brillaba la inteligencia y una singular agudeza.<
Una dulce sonrisa es la primera de las historias de Las chicas de la casita azul.
En ella, una de las seis amigas, Sue, se reencuentra con el hermano de su amiga, Abbie, el guapo Edward Castelton. Si siendo una niña de once años lograba deslumbrarla y embelesarla con solo aparecer frente a sus inocentes ojos, ahora, años después, convertido en un adonis rubio, atlético e irresistible, en un médico de renombre, lograba no solo embelesarla sino despertar un deseo y una pasión nada inocente.<
We use cookies to understand how you use our site, to personalize content and to improve your experience. By continuing to use our site, you accept our use of cookies and you agree with Privacy Policy and Terms of Use