15
—¿Quién soy?
—Mamá.
Lo paso por alto.
—¿Qué tal fue Halloween, tesoro?
—Bien.
Está masticando algo. Espero que Ed recuerde que debe vigilar su peso.
—¿Te dieron muchas chuches?
—Un montón. Más que nunca.
—¿Cuál es la que más te gusta?
Los M&M’s de cacahuete, por supuesto.
—Los Snickers.
Reconozco mi error.
—Son pequeñitos —me explica—. Como Snickers bebé.
—Entonces ¿qué has cenado, chino o Snickers?
—Los dos.
Tendré que hablar con Ed.
Aunque cuando lo hago se muestra a la defensiva.
—Es la única noche de todo el año que cena chuches —protesta.
—No quiero que tenga problemas.
Silencio.
—¿Con el dentista?
—Con su peso.
Suspira.
—Sé cuidar de ella.
Yo también suspiro.
—No he dicho que no sepas.
—Pues es lo que parece.
Apoyo una mano en la frente.
—Es solo que tiene ocho años y muchos niños experimentan un aumento de peso significativo a esa edad. Sobre todo las niñas.
—Estaré atento.
—Y recuerda que ya pasó por una etapa en la que estuvo regordeta.
—¿Quieres que sea una niña escuchimizada?
—No, eso sería igual de malo. Quiero que esté sana.
—Vale, esta noche le daré un beso bajo en calorías —dice—. Y las buenas noches sin azúcar.
Sonrío. Aun así, cuando nos despedimos, lo noto tenso.