LAS DIETAS Y EL EFECTO REBOTE

ES importante una pérdida de peso gradual. Cuando ejecutas un proceso dietético estricto, de esos que prometen la pérdida de muchos kilos en muy poco tiempo, suele ocurrir que nos cansamos pronto, abandonamos la disciplina que requieren y volvemos a caer en los hábitos alimentarios anteriores. Se produce entonces el llamado «efecto rebote»: tu cuerpo recupera pronto los kilos perdidos, has dejado de someterle a presión de los últimos meses, se relaja y recupera el peso.

CONSEJO La única alternativa fiable para reducir peso es llevar una vida sana.

Si de verdad quieres perder peso, no debes tener prisa. Lo fundamental es cambiar tus hábitos para llevar una vida sana. Lo primero sería acostumbrar a tu cuerpo a una práctica deportiva como la que en este libro te estoy proponiendo. Una actividad deportiva a la que dediques de tres a cinco sesiones de una hora a la semana, a la que habría que añadir una dieta sana, más cuidada que hasta ahora.

Lo ideal, en cuanto a tus hábitos alimentarios, sería que pasases de las tres comidas diarias tradicionales a cinco, ya que comiendo cinco veces al día hay menos tiempo entre comida y comida y la sensación de apetito se reduce considerablemente. Además, no tendrás tanta voracidad cuando te dispongas a comer.

También tienes que darle prioridad a las primeras comidas del día. Un desayuno rico en fibra, en el que los cereales, la fruta y la verdura sean los alimentos principales, es muy saludable. Hay que huir de alimentos no beneficiosos, como la bollería industrial, las salsas o el alcohol. Una vez que has conseguido cambiar tus hábitos alimentarios y practicas deporte por costumbre, debes saber que tu mayor aliado, como ya he repetido, es la paciencia. Lo ideal es perder alrededor de setecientos gramos cada dos o tres semanas, y de esta forma se puede adelgazar entre diez y doce kilos a lo largo de un año.

El cuerpo de una persona con una actividad normal necesita alrededor de mil ochocientas calorías diarias. El metabolismo basal requiere de unas novecientas o mil kilocalorías cada día. No parece que nuestro cuerpo vaya a necesitar muchas y, sin embargo, sí las ingerimos. Si tu dieta evoluciona al mismo ritmo que tu entrenamiento, verás que no dejas de comer en ningún momento, sino que al intensificar tu entrenamiento tu cuerpo sufre un mayor desgaste y, con ello, se acelerará la pérdida de peso.

En ningún caso estoy proponiéndote que no te des un capricho de vez en cuando. A los españoles nos gusta comer mucho; porque cierto es que en España se come muy bien, por ello debes plantearte la estrategia de premio-castigo, en la que el premio sea una pequeña recompensa en forma de comida para los días en que has entrenado bien. Sobra decir que no puedes darte un homenaje todos los días, porque, si no, la dieta no la vas a asentar.

No olvides que cualquier alimento que consumas y que no quemes con ejercicio derivará en grasa. Todos los excedentes se acumulan. Cuanto más mayor te haces, más complicado te resultará eliminar esos excedentes.

RECUERDA Para que tus nuevos hábitos den resultados necesitas tener:

Paciencia.

Compromiso.

Voluntad.

Disciplina.