UNA MARATÓN DE NUEVA YORK MUY ESPECIAL
HACE un par de años disputé la maratón de Nueva York como un aficionado más, con unos amigos que colaboran con el proyecto Proniño de la Fundación Telefónica. El objetivo era hacer tres horas, treinta minutos. Viví la experiencia desde la perspectiva de un aficionado más. Estaba en Central Park a las cinco de la madrugada para coger el autobús que nos llevase al inicio de la carrera. Una vez allí, esperamos pacientemente las tres horas que restaban hasta el pistoletazo de salida, todos ataviados con mantas y ropa para protegernos del frío que luego dejaríamos allí. Pero esas horas previas están cargadas de ilusión, de entusiasmo, de optimismo, de camaradería... Había sido un largo camino hasta llegar hasta allí, y los casi cincuenta mil participantes disfrutábamos de todos y cada uno de los minutos.
Se acercaba la hora, llegaba el momento de incorporarnos a nuestro cajón de salida; los nervios y la excitación aumentaban, sabedores de que se aproximaba el gran momento. De repente, se escuchó una canción. Cada vez se oía mejor; era New York, New York, de Frank Sinatra. Qué emoción, seguíamos disfrutando de esos momentos increíbles... Momentos después, el silencio, ahora sonaba el himno americano, el momento final estaba cerca, una explosión de palmas al finalizar un bello momento y... ¡salida! Ya estábamos en marcha.
Tengo que reconocer que ha sido una de las mejores experiencias que he tenido como corredor. Compartir esos kilómetros con amigos, con José María, Gonzalo y otros muchos, que hicieron de ese día un momento inolvidable. Para terminar la jornada tuve el gran honor de volver a la meta y acompañar a un buen amigo en sus últimos metros de carrera, Mickael Melamed, un venezolano que al nacer tuvo problemas que le ocasionaron daños irreversibles y que, lejos de venirse abajo, ha hecho que cada día que pasa, su lucha no pase desapercibida. Se ha convertido en fuente de inspiración para muchos, ya que nos enseña que nada es lo suficientemente grande como para no intentarlo. Así que después de más de quince horas desde que se dio la salida allí estaba él afrontando esos últimos metros que le conducían a la gloria; «corriendo», como dice él.
Era la una de la madrugada y estaba saliendo nuevamente de Central Park por el mismo sitio donde veinte horas antes iniciaba el camino para esos 42 195 metros que pasan a la historia de tu vida.
RECUERDA Decide un objetivo adecuado a tu estado de forma.
Ve paso a paso. Evoluciona tu reto según vayas logrando resultados.
No te preocupes si te estancas en una distancia. A la larga te será beneficioso.
No exprimas a tu cuerpo por encima de tus posibilidades.