DIEZ SUGERENCIAS... PARA MEJORAR NUESTRA RELACIÓN CON EL DINERO
• Salde todas sus deudas, comenzando con las más elevadas. Si está pagando una hipoteca, cancélela cuanto antes de acuerdo con sus posibilidades.
• No vuelva a endeudarse, sobre todo con las tarjetas de crédito (le pueden cobrar intereses superiores al 20%).
• Cancele todas las tarjetas de crédito menos una, y modere su uso lo más posible (utilícela por conveniencia sólo cuando esté de viaje o en casos de emergencia). Se ahorrará cuotas anuales e intereses indeseados. Tendrá un mayor control sobre sus finanzas.
• Pague siempre al contado; gastará, como media, un 23 % menos que si lo hiciera con tarjeta de crédito. Evitará el efecto ilusorio del «pago diferido». Le costará más desprenderse del dinero.
• Durante tres meses, haga un balance de gastos e ingresos. Descubra si está viviendo por encima de sus posibilidades. Haga los ajustes necesarios.
• Desglose los gastos por capítulos (hogar, alimentación, coche, ocio, viajes, ropa, imprevistos). Averigüe por dónde se le escapa el dinero.
• Recorte los gastos. Trácese un plan de austeridad a corto plazo. Calcule lo que ahorraría si dejara de fumar (a paquete diario, unas diez mil pesetas al mes), si comiera menos veces fuera de casa, si restringiera el consumo de carne, si compartiera el coche o si usara el transporte público. Haga un uso selectivo del teléfono. Modere el consumo de agua, gas y luz.
• Evite comprar por comprar. Propóngase adquirir lo que de verdad necesita. Cuando tenga que hacer un desembolso importante, impóngase un plazo de veinticuatro horas para pensárselo.
• Aspire a ganar más hasta cierto punto. A las puertas de un nuevo ascenso o de un trabajo mejor remunerado, valore si lo que gana (materialmente) es más de lo que pierde (menos tiempo, menos dedicación a la familia, sacrificio de las relaciones personales). Llegue a lo más alto de su «curva de satisfacción» y disfrute de la doble estabilidad, emocional y económica.
• Sea indulgente de vez en cuando. Renunciar a ciertos lujos no equivale a vivir con privaciones. Viva siempre con algo más que lo estrictamente necesario. No lleve la práctica de la austeridad como un sacerdocio.