Tormentas emotivas
El futuro médico francés padre de Luis era mellizo del fallecido en el parto junto con la madre, sin nombre ni recuerdo. La muerte de un hijo, de un hermano, de una madre era una realidad muy posible a principios del siglo XX. Las duras condiciones de vida y la precariedad económica no le dejaron demasiadas opciones al abuelo de Luis; no le quedó más remedio que desembarazarse uno a uno de los hijos. El último fue adoptado por una familia amiga que había alquilado para sus menesteres la azotea de la calle que llevaba el nombre de un geógrafo del siglo XVIII, famoso y exiliado, Élisée Reclus, nacido cerca de Burdeos; sus descendientes dieron cobijo al padre de Luis.
Científico de referencia en el ámbito de la geografía humana y económica, Élisée Reclus había terminado su vida refugiado en Bélgica. Era el segundo hijo de un pastor protestante que no pudo aguantar el conservadurismo de sus conciudadanos; pasó la mayor parte de su vida viajando y enseñando en Gran Bretaña, Estados Unidos, América Central, Colombia, para asentarse a continuación en Suiza, donde pudo escapar del castigo impuesto por defender y dirigir el movimiento antimatrimonio. Sus dos hijas fueron, nada menos que en 1882, abanderadas del matrimonio sin ceremonia civil ni religiosa. La vida agitada en un mundo para él ya globalizado, la idea de que sólo la manada podía inspirar sus actos, lejos de toda sugerencia conformista, marcaron para siempre la memoria de sus descendientes.