Volando hacia Oxford
La sorpresa preparada por Ovidio devolvió a Alicia a la vida y a las ganas inquebrantables de reanudar su sueño con Luis. ¿Cómo habían podido esconderle que el entrevistador iba a ser su gran amor, el referente de su vida?
Un nuevo reencuentro, esta vez en la cafetería de la terminal 3 del aeropuerto de Heathrow, mientras Ovidio realizaba unos trámites, iluminó el rostro de Alicia, cuya mirada y cuyo ánimo parecían no notar las muchas horas de vuelo. Compartieron una intensa conversación, que retomaron ya en Oxford, poco antes de la entrevista de Luis a Gero Miesenböck.
Luis quiso explicarle a Alicia desde el primer instante lo que él consideraba la singularidad de esta entrevista. Gero Miesenböck no sólo era su ídolo, sino el visionario que, sin saberlo, haría ver a los demás la importancia de controlar los procesos externos, y no sólo de profundizar en su conocimiento; repetir los mecanismos biológicos y no únicamente observarlos. Siempre le había fascinado ese penchant, como dirían los franceses, la tendencia que tiene la naturaleza a aprovechar los inventos más simples que ya están ahí, como sucedió en el paso de organismos unicelulares a organismos pluricelulares. Todos, científicos incluidos, creían que los organismos pluricelulares requerirían grandes inventos o descubrimientos. Pero, al final, al estudiarlo detalladamente, resulta que la transición de organismos unicelulares a organismos multicelulares resultó bastante fácil, ¿no? Y, sin embargo, supuso el cambio más radical de la vida en los últimos seiscientos millones de años.
—La discusión entre Crick y Benzer, pioneros de la biología molecular y la genética, acerca de la pertinencia o no de utilizar a las moscas de la fruta en la investigación me recuerda a una artista, una actriz muy famosa que tuve en uno de mis programas para la televisión; se disgustó mucho cuando le dijimos que descendía de los monos, de los primates, así que espetó: «¡Yo no desciendo de un primate ni en broma!». Recuerdo que le contesté: «No, tienes razón, en realidad desciendes de la mosca de la fruta». Y en cierto modo es verdad. De eso quiero hablar también con Gero… —concluyó un sonriente Luis.
—Eres incorregible, a pesar de tu edad… O quizá precisamente por ella —le susurró Alicia, feliz por el reencuentro. Pero el momento de complicidad duró poco, porque la entrevista debía empezar. Luis se sentó frente al neurofisiólogo, que jugaba en casa, en la universidad donde impartía su maestrazgo, y se dispuso a disfrutar, más que de una entrevista, de una conversación que estaba seguro enseñaría mucho a todos, a los presentes y a los que pudieran ver el programa.