Capítulo 106

Iglesia de St. Nicholas, viernes 13 de julio

Valentina dijo que para el ensayo de hoy solo asistirían un pequeño número de personas, y cuento unas sesenta. Además de las siete damas de honor, hay un ejército de gente que se encarga de la música, las flores, la coreografía, las lecturas y, en definitiva, todo lo necesario para que el Gran Día que tendrá lugar mañana salga a la perfección.

—¿Has oído que uno de los estilistas de Valentina se llevó al cura aparte para pedirle que mañana se peine de manera diferente? —susurra Grace.

Niego con la cabeza, incrédula.

—¿Entonces ese sacerdote de setenta años también tiene que parecer que ha salido de la revista Vogue? —digo.

—No sientas lástima por él —dice Grace con una carcajada y dándome un suave golpe en las costillas—. Por lo visto les preguntó si era posible que le hicieran unas mechas.

Me río, pero la verdad es que ni Grace ni yo (ni tampoco Charlotte) estamos de humor para hacer esto. Grace disimula, pero sin duda sigue teniendo problemas en casa y, Charlotte, bueno, Charlotte está actuando de manera muy extraña.

En cuanto a mí, trato de no limpiar el piso constantemente, de verdad. Y en muchos aspectos no tengo ningún motivo para hacerlo. El trabajo me va de maravilla. He conseguido un buen trabajo (no, un trabajo genial) que, por lo que a mi carrera se refiere, implica que voy a comerme el mundo. Pero el hecho de estar aquí hoy, cuando en un principio imaginaba que vendría con Jack, hace que no me contagie del todo del ambiente festivo. Afortunadamente, la novia ya se ha contagiado de ese ambiente por todos nosotros.

—Ahora —dice Valentina, que en algún momento se ha hecho con una carpeta—, me gustaría volver a ensayar la llegada. Me preocupa un poco la postura de alguna de las damas de honor, y no miro a nadie —dice mientras fija sus ojos en mí.

—Tan sutil como siempre, ¿verdad? —le digo a Grace en voz baja.

—Vamos, chicas, volvamos a la parte de atrás —ordena Valentina, y parecería una directora de colegio si no fuera por la gorra de béisbol Von Dutch y las sandalias de diez centímetros de tacón.

—Intenta no encorvarte, Evie —dice con vivacidad—. Sé que no tienes un natural sentido de la elegancia, pero te agradecería que hicieras un esfuerzo.

La iglesia, sorprendentemente, es un lugar muy modesto. Sospecho que Valentina habría preferido casarse en la Catedral de Westminster, pero por lo visto los Barnett llevan generaciones casándose aquí, y fue la única condición que puso Edmund.

Él consiguió la iglesia de St. Nicholas, ella cuatro organizadores de bodas, un contrato con la revista High Life! y un vestido que cuesta más que el PIB de algunos países. Creo que, en líneas generales, ella ha salido ganando.

Mientras esperamos en la parte trasera de la iglesia, Valentina se coge del brazo de Federico, un stripper que se convirtió en modelo y que actualmente es el novio de treinta y un años de la madre de Valentina. Él es quien entregará a la novia mañana.

Valentina solo lo había visto una vez, y no le había caído especialmente bien, pero dada la importancia que tienen las tradiciones para los Barnett, sintió que necesitaba a alguien (a cualquiera, en realidad) que la llevara camino del altar. Bueno, a cualquiera con el que no se hubiera acostado, lo que dejaba menos margen. Un poco menos. Así que el elegido fue Federico.

—¿Me puedes aguantar esto, Jasmine? —dice Valentina, entregándole la carpeta a una de las organizadoras—. Me necesitan para el momento estelar.

Jasmine le hace un gesto con la cabeza al organista y la iglesia se llena con los primeros acordes de La Marcha Nupcial de Mendelssohn. Valentina sacude su melena, coge a Federico por el brazo y empieza a desfilar por el pasillo con una sonrisa que indica que no podría sentirse más satisfecha consigo misma aunque estuviera disputando una final del torneo de Wimbledon.

—Recuerda, no vayas demasiado rápido —advierte Jasmine, pero Valentina no tiene ninguna intención de acelerar las cosas.

A pesar de que en los bancos solo están los organizadores de la boda, es evidente que se lo está pasando tan bien que recorre la distancia hacia el altar lentamente y de una forma tan teatral que le permita a todo el mundo mirarla cuanto deseen.

La madre de Valentina, la señora Allegra D'Souza, está en uno de los bancos adyacentes y cuando pasan por su lado, levanta su glamurosa cabeza y le manda un beso a Federico a través del juego de fundas dentales más impresionante que he visto en mi vida. Federico le guiña el ojo, lo que hace que Valentina chasquee la lengua y tire de él como si fuese un cachorro desobediente.

Tardan unos cuantos minutos en llegar al altar, antes de que Valentina se vuelva y supervise a sus damas de honor, que nos vamos colocando en nuestros puestos una por una.

—Muy bien, Georgia, y tú también, Grace —dice—. Evie, en serio, si pudieras aprender un poco de Grace, todo iría bien.

Me muerdo el labio y miro con compasión a Edmund, que está delante junto a Patrick, su padrino.

Ensayan los votos cuatro veces hasta que, por fin, Valentina se siente satisfecha.

—Os veré a todos mañana y no lleguéis tarde —concluye—. Eso te incluye a ti, cariño —le dice a Edmund con una sonrisa. Él se inclina sobre ella y la besa en la nariz, con cara de enamorado.

Mientras la gente se va a casa, Valentina nos reúne a mí, a Grace y a Charlotte.

—Dejadme que os diga que no sé cuál es la razón —espeta—, pero parece que vosotras tres estéis ensayando para un funeral y no para una boda. Y sí, eso te incluye a ti, Charlotte.

—Solo estoy un poco cansada —dice—. He tenido una semana muy movida en el trabajo.

—Si tú lo dices —replica Valentina de mal humor—. Aunque nunca habría creído que trabajar en The Inland Thingumjig fuera especialmente estresante.

Charlotte se limita a encogerse de hombros.

—Y, Evie —continúa Valentina—, anímate, ¿vale? ¡Te acaban de ascender, por el amor de Dios! Es decir, corrígeme si me equivoco, pero ¿acaso no significa eso que dentro de muy poco podrás trabajar para un periódico de verdad?

Aún estoy pensando si merece la pena contestarle cuando Valentina se vuelve hacia Grace.

—En cuanto a ti, Grace —dice—. ¿Por qué razón estás de bajón? Tú fuiste la primera en conseguir un marido maravilloso.

—Estoy bien, Valentina —dice Grace—. De verdad. Estoy cansada, como Charlotte. Mañana estaré bien. Todas lo estaremos.

Valentina frunce el ceño.

—Bueno, eso espero —dice, dándose la vuelta—. Porque quién sabe lo que podrían pensar los de la revista High Life!

Damas de honor
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
sec_0098.xhtml
sec_0099.xhtml
sec_0100.xhtml
sec_0101.xhtml
sec_0102.xhtml
sec_0103.xhtml
sec_0104.xhtml
sec_0105.xhtml
sec_0106.xhtml
sec_0107.xhtml
sec_0108.xhtml
sec_0109.xhtml
sec_0110.xhtml
sec_0111.xhtml
sec_0112.xhtml
sec_0113.xhtml
sec_0114.xhtml
sec_0115.xhtml
sec_0116.xhtml
sec_0117.xhtml
sec_0118.xhtml
sec_0119.xhtml
sec_0120.xhtml
sec_0121.xhtml
sec_0122.xhtml
sec_0123.xhtml
sec_0124.xhtml
sec_0125.xhtml
sec_0126.xhtml
sec_0127.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml