III
—Vengan —sonrió Aly Sayed—. Ésta no es una noche para desperdiciar en una biblioteca.
Gaille y Elena lo siguieron a la mesa del exterior. La brisa había refrescado la noche. Los pájaros cantaban en la lejanía. Gaille escuchó mientras Elena y Aly charlaban amablemente, hablando de contactos, amigos mutuos, lugares insólitos que ambos habían visitado.
Al cabo de un rato, se volvió hacia Gaille.
—¡Su pobre padre! —dijo—. Pienso en él con frecuencia. Mi estimado secretario general no lo respetaba demasiado, como usted debe de saber. En cuanto a mí, yo sólo trabajo con gente a la que respeto. No hubo nadie que quisiera más a este país.
—Gracias.
Sonrió y se dirigió a Elena.
—Ahora dígame qué es lo que hace en Siwa. Yusuf sugirió, misterioso, que usted había encontrado algo interesante en Alejandría.
—Podría decirse así.
—¿Y tiene consecuencias para Siwa?
—Sí. —Elena cogió una serie de fotografías de su bolso—. Discúlpeme, pero Yusuf insistió en que le hiciera prometer que no diría ni una palabra.
—Por supuesto —asintió Aly—. Mis labios están sellados.
—Gracias. —Se las enseñó, explicándole cómo habían sido halladas y qué significaban, y luego leyó una traducción del texto codificado de Alejandro.
—Una tumba digna de Alejandro —murmuró Aly mientras examinaba las fotos—. ¿Y usted espera encontrarla en dos semanas?
—Esperamos progresar algo en dos semanas —lo corrigió Elena—. Lo suficiente para que nos autoricen dos semanas más.
—¿Cómo?
—El texto da varias pistas. —Las fue contando con los dedos—: Dice que la tumba estaba a la vista del oráculo de Amón; que estaba en una colina; que su entrada estaba bajo la arena; que fue excavada en secreto. Mañana por la mañana, con su permiso, haremos una lista de todas las colinas que quedaban a la vista del oráculo. Después las visitaremos.
Enarcó las cejas.
—¿Sabe usted cuántos sitios serán?
—Podemos eliminar unos cuantos. Este lugar fue construido en secreto; eso descarta cualquier emplazamiento cerca de asentamientos antiguos o rutas de caravanas. Y el trabajo de cantera sería agotador. Necesitarían agua.
—Éste es el oasis de los mil pozos.
—Sí, pero muchos son de agua salada, y la mayoría de los de agua dulce han sido construidos.
—Podrían haber cavado un pozo ellos mismos.
—Y lo buscaremos —afirmó Elena—. Tenemos una lista de características que buscar. Por ejemplo, como usted bien sabe, uno puede identificar rocas excavadas por las marcas que dejan las herramientas. Y una cantidad importante de rocas parecidas sería interesante. Cavar en el desierto es un trabajo brutal. La arena es tan fina y seca que se desliza como el agua. Los soldados macedonios eran ingenieros experimentados. Tal vez utilizaron un dique de contención. Sus fotos aéreas nos podrían ayudar a encontrar su perímetro. También he mandado traer unos equipos de sensores de control remoto. Un magnetómetro de cesio y un avión a control remoto para más fotografías aéreas.
Aly seguía mirando las fotografías. Gaille lo miraba sin prestar atención, hasta que vio que su expresión se congelaba por un instante. Se contuvo y se recuperó de inmediato, echó un vistazo a su alrededor con calculada calma y luego miró rápidamente las otras fotos antes de devolverlas.
—Bien —dijo—, les deseo suerte.
Unas luces brillantes parpadearon entre los troncos de las palmeras. Una camioneta con techo de lona se acercó rugiendo por el camino y se detuvo con un chirriar de frenos. Aly se puso de pie.
—Yusuf sugirió que necesitarían guías —dijo—. Me he tomado la libertad de contratar a Mustafa y a Zayn. Son los mejores de Siwa. Lo conocen todo.
—Gracias —dijo Elena—. Nos serán muy útiles.
—No hay problema. Debemos trabajar juntos, ¿no? —Se abrieron las puertas de la camioneta y dos hombres bajaron de un salto. Aly se volvió hacia Gaille y dijo—: Pensé en ellos en cuanto Yusuf me dio su nombre.
Gaille frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Porque eran los guías de su padre aquel terrible día, claro. —Por un instante toda amabilidad desapareció de su expresión. La miró entrecerrando los ojos con una indiferencia casi clínica, como si sintiera curiosidad ante su reacción. Pero después se controló y volvió a sonreír y a ser el perfecto anfitrión, chispeante de benevolente energía, dando la bienvenida a todos.