Territorios y conductas
La vida de un gato se desarrolla en diferentes ámbitos o zonas; entre ellas debemos tener presentes las siguientes:
- Zona de alimentación: deberá estar suficientemente alejada de la zona de eliminación.
- Zona de eliminación: situada en un lugar tranquilo, de poco tránsito y alejada del resto de zonas.
- Zona de descanso: son muchas las zonas de descanso que el gato puede elegir dentro del hogar dependiendo de la temperatura, de su estado de ánimo… En general podemos decir que al gato le gusta descansar en zonas cálidas y tranquilas.
- Zona de juego: es la zona más amplia; en estas partes de la casa el animal despliega sus persecuciones de objetos imaginarios, sus carreras «sin sentido», sus locas actividades nocturnas.
- Zona de caza: esto solamente se da en animales que viven en libertad o semilibertad o en animales de vida en interior formando parte de sus zonas de juego.
- Zona de reproducción: solamente se «buscan» estos sitios en épocas de celo.
Si respetamos estas zonas, si tenemos presente que el gato necesita tener claros sus territorios, la convivencia será positiva y permitirá, con casi total seguridad, evitar la aparición de problemas de comportamiento.
Entre las conductas que el gato desarrolla en su vida normal relacionadas con las zonas o territorios por los que se mueve, tenemos:
-
Conducta alimentaria: viene marcada por la conducta alimentaria de sus antecesores; tanto el Felis silvestris lybica como el vivían en el desierto; esta realidad hacía muy difícil el consumo habitual de agua y en lo referente al alimento, nuestros protagonistas debían conformarse con la caza de pequeños roedores a lo largo del día.
Debido a estas situaciones, el gato actual ingiere poco agua y preferiblemente le gusta el agua fresca y corriente (no es por ello extraño, como ya hemos comentado, ver a nuestro gato bebiendo de las gotas de un grifo mal cerrado). En el consumo de su alimento, y a pesar de tenerlo expuesto frente a sus selectivas narices todo el día, prefiere comerlo poco a poco, en múltiples tomas (de quince a veinte) y durante todo el día.
Y también queremos aprovechar para romper una lanza en contra de la imagen de animal exquisito y sibarita que tiene el gato: si presenta un comportamiento alimentario selectivo es por una sola razón, porque su propietario así se lo ha inducido. La mayoría, por no decir la totalidad de los gatos, suelen ser fieles a un único alimento de alta calidad; el animal prefiere comer siempre el alimento que presenta una textura y un sabor constante… Pero… si le volvemos loco con continuas ofertas de «exquisiteces», acabará cayendo en la tentación.
- Conducta de eliminación: cuando los gatitos son muy pequeños, la madre será la responsable de estimular la zona anogenital mediante el lamido para provocar la micción y la defecación. Pero en un corto plazo (dos a cuatro semanas) el animal tiene pleno control sobre sus deyecciones. Al cumplir el primer mes será capaz no sólo de interesarse por el lecho absorbente, sino que será plenamente capaz de utilizarlo correctamente.
-
Conducta higiénica o de aseo: teniendo muy presente que la mayor dedicación del gato a lo largo del día consiste en su descanso, podríamos asegurar que en segunda posición, en su agenda diaria, se encuentra el aseo o acicalamiento. Esta conducta no sólo se realiza con la finalidad de estar limpio… ¡ni mucho menos!; mediante el acicalado el gato se relaja, se tranquiliza, combate el posible estrés e incluso llega a utilizar este método como un tratamiento contra sus dolores o molestias. En el caso de que el lamido se produzca hacia otro animal, lo que nos estará indicando es que nuestro amigo gato está estableciendo profundas relaciones sociales.
Pero si nos centramos en la parte «higiénica» del atusado, podemos decir que mediante este procedimiento consiguen principalmente eliminar el pelo muerto y estimular la salida del pelo nuevo.
- Conducta reproductiva: dentro de los instintos de cualquier especie animal está el de su conservación como especie; para conseguir la perdurabilidad genética los animales deben reproducirse… Esta afirmación seguramente choque de forma frontal con lo que viene a continuación: el ser humano debe controlar, responsabilizarse de los instintos reproductivos de sus animales de compañía; si dejamos que una gata, cada vez que sale en celo, se cruce con un apuesto gato, la explosión demográfica que ello genera sólo favorecerá el aumento de abandonos.
Por mucho que nos digan que es bueno que una gata tenga al menos una camada en su vida, debemos tener muy presente que esto no es cierto; el animal no necesita criar, no le pasa nada si no tiene cachorros, no se «frusta», no enferma.
Un gato castrado disminuirá de forma drástica sus intentos de fuga y vagabundeo, una gata esterilizada no nos ofrecerá sus lacerantes maullidos… un gato, y una gata esterilizados, no podrán aumentar el desgraciadamente enorme número de abandonos que suceden anualmente en nuestro país.
Teniendo muy presente lo anteriormente comentado, debemos explicar también que la gata sólo permite la monta del macho en un momento concreto de su ciclo; en ese momento uno o varios machos podrán montarla, pudiendo tener una gata cachorros de distintos gatos. También es curioso conocer que la ovulación de la gata es inducida… ¿qué quiere decir esto? Pues que la ovulación se produce tras la monta del macho; si no existe monta, no se produce ovulación.
Tras la monta y si esta ha sido efectiva se produce una gestación que dura entre cincuenta y ocho y setenta y dos días.