El olfato
Entre otras razones, la función del olfato del felino es identificar extraños, reconocer a los miembros del grupo (incluidos los humanos), interpretar mensajes olfativos y algo muy importante: intervenir en la respuesta alimenticia antes de probar el alimento.
El sentido del olfato está muy desarrollado desde el nacimiento y, a partir del segundo día de vida, los gatitos reaccionan claramente ante los olores desagradables. Este precoz desarrollo es fundamental para guiar al gatito hacia las mamas maternas y hacia su apetecible y nutritivo contenido.
A partir del segundo o tercer día, los cachorros establecen su «pezón favorito», primero guiados por el olor y, posteriormente, por «rutas específicas»; estas rutas son «caminos con olor» reconocible, es por ello que si sacamos a estos animales de corta edad de su entorno «oloroso» se les provoca un elevado grado de estrés.
La superficie de la mucosa olfativa del gato también es muy superior a la nuestra… pero su capacidad olfativa es mucho menor que la del perro; esto hace que el gato pueda distinguir olores que nosotros somos incapaces de percibir y que se emplee al cánido familiar en lugar del felino para labores de detección fundamentadas en el olfato.
Lo más interesante de este sentido del olfato felino es su estrecha relación con el sentido del gusto: la relación se debe, entre otras cosas, a las posiciones anatómicas de la boca y de la nariz; las papilas gustativas situadas en la lengua del animal responden a los sabores, por ejemplo de los alimentos… pero esta información recibida en la lengua también se transmite vía nerviosa al lóbulo olfatorio del cerebro tras la percepción olfativa de la sustancia ingerida: