Ética en el uso de animales como herramienta terapéutica
Estamos hablando de animales, de seres vivos que tienen que trabajar y desarrollar una función en la que en ocasiones está sometido a situaciones de estrés.
Esto hace que mucha gente se muestre reticente al uso de animales para fines terapéuticos, aunque debemos tener muy claro que si el gato tiene las características óptimas, si está bien cuidado y todas sus necesidades (físicas y conductuales) son satisfechas, en ningún caso el desarrollo de la función será perjudicial o traumática para el animal, más bien, todo lo contrario.
Siempre debemos tener claro que el beneficio ha de ser mutuo, no sólo tenemos que pensar en el paciente y en su bienestar.
Antes de comenzar la actividad es necesario:
- El establecimiento de un vínculo entre el paciente y el animal.
- Los profesionales que intervengan en la terapia (terapeutas, psicólogos, psiquiatras) deben conocer el comportamiento del gato para evaluar las posibilidades de su empleo como medio terapéutico y trabajar conscientemente.
- La interacción paciente-animal debe ser planificada evaluando las necesidades de ambos.
- Debe proveerse adecuada atención a la salud física y comportamental del animal, brindándole descanso y alimento varias veces al día en un lugar apartado de la actividad.
- El gato no debe ser sometido a maltrato, incomodidad y estrés físico o mental, el trato debe ser amable y afectuoso. Hay que suspender la sesión terapéutica si la interacción está estresando al animal.
- Si un paciente, intencionadamente o no maltrata al animal, sus necesidades básicas deben respetarse. Frente a cualquier evidencia de abuso o maltrato ha de terminarse la relación con el paciente.
Al finalizar la intervención terapéutica del animal, todos los involucrados (paciente, profesionales y animales) deben haberse beneficiado con la experiencia.