PRÓLOGO[11]
Aquí está este Ardiente jinete[12], descabalgado desde mediados los treinta, y vuelto a cabalgar. Veremos si puede, porque los años pesan y más bien pienso que aquellas piruetas juveniles no tienen ahora la mínima vigencia que en su día pudieran haber tenido. Mucho desde entonces han cambiado los terrenos de aquellas cabalgaduras. Del primitivo Ardiente jinete, anunciado en las páginas de todos los colores de Cruz y Raya, sólo ha sobrevivido la parte primera, Este amor, que hoy, tardíamente, aparece. El resto del libro pereció en los archivos de Cruz y Raya y en las ruinas de mi casa. Sólo se salvó Este amor, al cuidado de un grandísimo amigo de los tiempos de Nueva Revista, Amalio Gimeno, recientemente fallecido, a quien desde aquí rindo el tributo de mi gratitud y mi cariño.
De lo que no estoy seguro es de si no hubiera sido mejor la desaparición total del libro, porque así cabría, al menos, pensar que se habría perdido algo más importante. No recuerdo las otras partes que acompañaban a este Jinete, sí que eran ciertamente posteriores a 1931, fecha de su composición, y en mi memoria, harto vaga, bien distintas. El libro se presentó a los premios nacionales de 1934 y le cayó uno de la pedrea, si bien es verdad que tuvo la competencia de palabras mayores de la poesía española en los demás participantes, entre los que contaban Vicente Aleixandre, Manolo Altolaguirre y creo que Luis Cernuda.
Se me ha ocurrido completar esta edición con otros poemas amorosos, ya publicados y agotados desde hace tiempo, para que el jinete no vaya tan solo. Abarcan desde 1931 a 1954 —con la excepción de la coda—, y constituyen jalones de un solo amor verdadero. Creo que el tono ligero, y hasta ingenuamente cínico, de Este amor tiene una contrapartida en la intentada profundidad melancólica de los Cantos a Rosa, aparecidos veintitrés años después, no sin un puente intermedio que incluye la sonetería[13] de los años cuarenta, en los Sonetos de amor, y que responde a situaciones personales y generales de aquellos momentos.
Suelto este Jinete con sus aparejos gracias a la invitación de Ángel Caffarena, con el deseo de que, a sus años, no le mate esta cabalgada póstuma.