LA MADRE
Y la madre soñaba oscuramente:
Será rubio, tendrá estos ojos mismos.
Le amarán las muchachas. Una tarde,
de pronto, llorará junto a una rosa.
Le crecerá la angustia sin saberlo,
y cada nuevo umbral será una herida.
Temblará al traspasarlos, hijo mío,
acaso una paloma, acaso nada.
El viento por la frente, las caídas
hojas que se acumulan, los rumores
del corazón callados. Nadie sabe
las formas repentinas de la dicha.
Yo lo siento aquí hondo en mis entrañas
el río de tus años que me deja
una nostalgia antigua, una dulzura
vieja en mi corazón como la sangre.
Me hace toda ribera, toda muro,
donde lamen las aguas de tu vida.
Torno otra vez a ser niña jugando,
corriendo como niña entre las rosas.
¡Oh sueño en mis entrañas! ¡Oh alto río,
resonando de siempre en mis entrañas!