V
Verás, Rosa, que nunca dije nada
que rozara el amor y, sin embargo,
esto no expresa nada si no expresa,
Rosa, que estoy calado hasta los huesos
en tu amor; que sin ti, Rosa, no veo,
no oigo, Rosa. Te digo mis oídos,
te digo mis entrañas, mi aposento,
te digo mis latidos; si algo puedo
es porque tú me ofreces una senda
que me asoma a la dicha; si algo mío
existe que merezca una ternura,
que haga saltar un corazón hermano,
o acudir a la puerta apresurada
algún alma al leerme, y quiera abrirme.
Si algo saca color a la alegría
y descubre algún agua en el secano
de tanto corazón como latimos,
es solamente, Rosa, porque puedo
decir: Rosa, te quiero, y tú me escuchas.