CANCIÓN[18]
¿Cómo eran ellas?
Rápidas
como los arroyos que de las colinas venían.
Venían de las colinas y volaban
como arroyos llenos de canciones.
¿Adónde, dónde vais? ¡Quién os siguiera!
¡Quién tras las manos se fuera, tras las huellas!
El viento apresurado en los cabellos,
el viento, sin moverse, en vuestros miembros.
¿Adónde, dónde, jóvenes arroyos?
Os invitamos a volar, al vuelo
del viento por las copas, por las olas;
a que unáis vuestras manos a las nuestras.
Orillas nos aguardan, promontorios.
¿Adónde, dónde vais? ¡Si nos dijerais
adonde vuestra prisa va a llevaros,
en qué orillas se extienden las espaldas,
y cuáles aguas vuestros pies esperan!
Los ojos y las manos, los cabellos,
los hombros al igual que los collados,
los muslos incesantes, las colinas
que nombraremos senos, invenciones;
las cinturas, los brazos, las espaldas,
los ardientes cabellos como nubes,
las piernas cuyo oficio el aire adora,
los huesos con ternura, con dureza.
¡Oh belleza del cuerpo siempre en vuelo!
Desnudas como vamos, como somos,
sin apariencia de secreto, claras,
un secreto escondemos que al tocarnos
encenderá vuestras manos, rosas.
¡Ay, el amor se queja en esas arpas!
¡Qué canciones inventa, qué suspiros!
Quiere la libertad de vuestros miembros
para en ella, seguro, aprisionarse.
En vuestros brazos, sobre vuestros hombros,
arroyos, dondequiera que vayáis,
encontraréis orillas y misterios.
Incansable la dicha se os extiende.