Stalin, Skoblin y Cía[183]
30 de enero de 1939
El 31 de octubre de 1931 el periódico alemán Rote Fahne [Bandera Roja], órgano central del desaparecido Partido Comunista, inesperadamente publicó la noticia de que Turkul[184], general de la Guardia Blanca que en ese entonces operaba en los Balcanes, preparaba un atentado terrorista contra Trotsky, Gorki y Litvinov. El contenido, el tono y finalmente el carácter anónimo de la noticia evidenciaban que la información provenía de las fuentes más profundas de la GPU. La prensa soviética no, dijo una palabra sobre la advertencia, lo que acentuó aún más el carácter oficial de la información aparecida en el periódico de la Comintern alemana. En ese entonces Trotsky estaba exiliado en Constantinopla; Blumkin ya había sido fusilado por sus conexiones con Trotsky[185]. Naturalmente, surgió el interrogante de qué objetivo perseguía la GPU con esa advertencia. Gorki y Litvinov estaban bajo la protección de la GPU y no necesitaban ningún consejo. Ya entonces resultó evidente a cualquier persona que piensa que se había agregado sus nombres sólo como cobertura.
Los bolcheviques leninistas franceses y alemanes dirigieron a las embajadas de la URSS en sus países una declaración escrita más o menos de este estilo: «Si ustedes informan que se planifica un atentado contra Trotsky, eso significa que saben quién lo está haciendo, dónde y cómo. Exigimos a ustedes un frente único contra los terroristas de la Guardia Blanca. Les sugerimos colaborar en la defensa». No hubo respuesta, ni nuestros camaradas franceses y alemanes la esperaban. Sólo necesitaban la confirmación de que al hacer su advertencia la GPU sólo quería precaverse de antemano, no evitar un acto terrorista. Entonces los camaradas tomaron sus propias medidas; se reforzó considerablemente la custodia en Prinkipo.
No hace mucho, durante el juicio de Plevitskaia[186], este asunto salió a la luz de nuevo. Según los relatos periodísticos, Roche, comisionado de la policía judicial, declaró lo siguiente: «Turkul fue un valiente general […] Los documentos muestran indicios de que alguna vez planeó un atentado contra Trotsky […] Al general Turkul no le desagradaba solamente León Trotsky. Tampoco le gustaba el general Miller.»[187] Roche no mencionó a Gorki ni a Litvinov. Pigue, otro comisionado de la policía judicial, declaró: «A Lavrionov se encargó atentar contra Trotsky. Pero el general Turkul vacilaba. Y no había dinero. Abandonaron el proyecto. [Exclamaciones de asombro.]». Ni una palabra sobre Gorki y Litvinov. Ambos comisionados, masones y «amigos de la URSS», son un testimonio de los intereses de la GPU. Tratan de alejar la atención del Kremlin. De aquí la ilógica declaración de Roche de que a Turkul le desagradaba Miller (es decir, que podría haberlo eliminado). Hay que agregar que la policía francesa, informada a tiempo de la conspiración, no le advirtió a Trotsky; prefirió mantener una benevolente neutralidad hacia la GPU y el principio de no intervención en los asuntos internos del «valiente general» Turkul.
Sin embargo, ahora quedó indiscretamente al descubierto el verdadero carácter de estos «asuntos internos». Skoblin hacía espionaje dentro de la organización militar de la Guardia Blanca. Así se relacionó con Turkul, dada su condición de terrorista blanco. Skoblin estaba al servicio de la GPU; su conexión con el Kremlin era Iagoda[188]. Stalin estaba enterado de que se planeaba el atentado porque… él mismo lo preparó, por intermedio de Skoblin. Fue un trabajo sucio. En esa época Stalin todavía no había llevado tan a fondo su reputación de Caín, que ahora lo absuelve de la necesidad de tomar precauciones. Todavía tenia trazas de «prejuicios» revolucionarios. Comprendió que inevitablemente se le atribuiría el asesinato de Trotsky. Por eso en Role Fahne se dijo directamente que Turkul tenía la intención de llevar a cabo el asesinato y de que «se hiciera recaer la culpa sobre el gobierno soviético». Por eso, al mismo tiempo que apoyaba al «valiente general» Turkul a través de Skoblin, Stalin se preparó una coartada. Ése fue el objetivo de la advertencia (que en realidad no advertía nada). Ya entonces teníamos clara la mecánica de todo el asunto. En el número 27 del Biulleten (marzo de 1932) se publicó la declaración de todas las secciones de la Oposición de Izquierda Internacional, que entre otras cosas decía: «Stalin actúa en un verdadero frente único con el general Turkul, el organizador de un acto terrorista contra Trotsky. Ninguna coartada consistente en la publicación de noticias en un periódico alemán, ocultándolas al pueblo de la URSS […] refutará o debilitará nuestra acusación […]»[189].
¿Por qué no se concretó el atentado de Turkul? Lo más probable es que los guardias blancos no hayan querido ponerse al alcance de los máusers de los bolcheviques leninistas. De todos modos, fue precisamente a partir de entonces que Stalin llegó a la conclusión de que era imposible reconciliar a la «opinión pública» con el asesinato de Trotsky y otros bolcheviques leninistas sin recurrir a un fraude bien elaborado. Comenzó a preparar los juicios de Moscú. Este espécimen, obtuso pese a toda su astucia, se creyó seriamente que era posible engañar al mundo entero. De hecho, engañó sólo a aquéllos a quienes les convenía ser engañados… El juicio de Plevitskaia levantó otra esquina del velo que oculta la prehistoria de los juicios de Moscú. Los próximos años, o tal vez los próximos meses, revelarán todos los misterios restantes. Caín-Yugasvili aparecerá ante la opinión pública y ante la historia tal como lo hicieron la naturaleza y la reacción termidoriana. Su nombre se transformará en el símbolo de los limites a los que puede llegar la vileza humana.