Problemas norteamericanos[589]

7 de agosto de 1940

Pregunta 1: ¿Cuál debería ser el papel de un revolucionario actualmente llamado a filas en Estados Unidos?

a) ¿Debería tratar de evitar la conscripción?

b) ¿En qué medida el partido tendría que tratar de conservar sus cuadros?

c) ¿El partido debería concentrar la mayor parte de su fuerza en los sectores militares del país?

d) ¿Cuáles son los roles alternativos que puede jugar una revolucionaria en la guerra?

Trotsky: Si se lo llama a filas, déjenlo alistarse. No creo que debiera tratar de evitar la conscripción; tiene que ir con su generación y participar en su vida. ¿El partido debería tratar de conservar sus cuadros y para eso evitar que entren al ejército? Esto significa conservarlos en un sentido muy malo. Si lo mejor de la población está movilizado, nuestros cuadros deben estar con ellos.

¿El partido debería concentrar la mayor parte de su fuerza en las organizaciones militares o industriales? Eso depende de la envergadura de la militarización y movilización. Si la mayor parte de la población está militarizada entonces la mayor parte de nuestro partido también estará en el ejército.

Acerca de las mujeres: en tanto las mujeres reemplacen a los hombres en muchas ramas de la industria y el trabajo social, nuestras camaradas cumplirán también el papel de su generación.

Deberíamos entender que la vida de esta sociedad, la política, todo, se basará en la guerra; por eso, el programa revolucionario debe también basarse en la guerra. No podemos oponernos a la realidad de la guerra con expresiones de deseo, con un piadoso pacifismo. Tenemos que colocarnos en el terreno de lucha creado por esta sociedad. El terreno es terrible —la guerra— pero en tanto seamos débiles e incapaces de tomar en nuestras manos los destinos de la sociedad, en tanto la clase dominante sea lo suficientemente fuerte como para imponernos esta guerra, estamos obligados a aceptar estas condiciones para nuestra actividad.

Leí un breve informe sobre una discusión que tuvo Shachtman con un profesor en Michigan; allí Shachtman formuló esta idea: «Tengamos un programa para la paz, no para la guerra; para las masas, no para el asesinato, etcétera». ¿Qué significa esto? Si no tenemos paz, debemos tener un programa para la guerra y la burguesía no puede hacer nada excepto organizar la guerra. Ni Roosevelt ni Willkie están en condiciones de decidir libremente[590]; ellos deben preparar la guerra, y cuando la hayan preparado la deben conducir. Dirán que no puede ser de otra manera, a causa del peligro que representa Hitler, etcétera, del peligro japonés, etcétera. Hay sólo una forma de evitar la guerra, derribar a esta sociedad. Sin embargo, como somos demasiado débiles para esta faena, la guerra es inevitable. Se trata, entonces, en lo que hace a nosotros, no de lo mismo que sucede en los salones burgueses, «escribamos un artículo sobre la paz, etcétera»; eso es para publicaciones como The Nation. Nuestra gente debe tomarlo seriamente; tenemos que decir: la guerra es inevitable, por lo tanto, tengamos un programa obrero organizado para la guerra. La movilización de la juventud es parte de la guerra y se convierte en parte de nuestro programa.

No es seguro que Estados Unidos envíe enseguida una fuerza expedicionaria. Tengo la impresión de que no está dispuesto a enviar un ejército a Europa o a ninguna otra parte durante un par de años, porque no se puede crear un ejército así, de la noche a la mañana, en un país donde no existe una tradición militar como, por ejemplo, en Alemania, donde por siglos ha habido una tradición de militarismo prusiano.

Ahora bien, los capitalistas desean crear este tremendo ejército de millones de hombres, crear oficiales, crear un nuevo espíritu militar y han comenzado exitosamente cambiando las tendencias de la opinión publica de la nación hacia el militarismo. En el momento en que Roosevelt leyó su discurso electoral, la opinión publica estaba virulentamente en favor del aislacionismo, pero ahora todos esos sentimientos pertenecen al pasado —la infancia de la nación— a pesar de que dicho discurso se pronunció hace un par de meses.

Ahora el sentimiento nacional se inclina en favor de un poderoso ejército, una poderosa armada y una fuerza aérea similar. Ésta es la atmósfera sicológica que rodea la creación de una maquinaria militar, y ustedes verán cómo se fortalece día a día, semana a semana. Habrá escuelas militares, etcétera, y se dará la prusianización de Estados Unidos. Los hijos de las familias burguesas se imbuirán de los sentimientos e ideales prusianos y sus padres estarán orgullosos de que sus hijos parezcan tenientes prusianos. En alguna medida, esto también ocurrirá entre los trabajadores.

Por esta razón debemos tratar de separar a los trabajadores del resto mediante un programa de educación, de escuelas obreras, de oficiales obreros dedicados al bienestar del ejército obrero, etcétera. No podemos escapar a la militarización, pero sí dentro de la maquinaria seguir la línea clasista. Los trabajadores yanquis no quieren ser conquistados por Hitler, y a los que les digan «tengamos un programa de paz» les contestarán: «Pero Hitler no quiere un programa de paz». Por eso, nosotros decimos: defenderemos a Estados Unidos con un ejército obrero, con oficiales obreros, con un gobierno obrero, etcétera. Si no somos pacifistas que esperan un futuro mejor, y si somos revolucionarios activos, nuestra tarea es penetrar en toda la maquinaria militar. Por supuesto, fuera de este ejército mañana pueden seleccionar un cuerpo para enviar a algún campo de batalla, e, indudablemente, este cuerpo será aniquilado, pero la guerra es un negocio riesgoso y nosotros no podernos inventar ningún remedio contra estos riesgos.

Por supuesto, el partido puede hacer ciertas excepciones con aquellos hombres necesarios para alguna tarea específica, pero esto sólo tiene que ver con excepciones individuales, y aquí se está discutiendo la regla. Además, nuestros camaradas deberían ser los mejores soldados v oficiales, y, al mismo tiempo, los mejores militantes de clase. Deberían provocar en los trabajadores desconfianza hacia la vieja tradición, los planes militares de la clase burguesa y sus oficiales, e insistir en la necesidad de educar a oficiales obreros, que serán absolutamente leales al proletariado. En esta época, toda gran cuestión, nacional e internacional, se resolverá mediante las armas, no con medios pacíficos. Ello no depende de mi voluntad ni de la suya, sino que es causado por las contradicciones de la sociedad, que ha puesto ante nosotros este problema del cual no podemos escapar. Ésa es la razón de por qué el deber de cada obrero y revolucionario es aprender a manejar las armas.

En lo que hace a los sindicatos, digamos que si hay una gran movilización perderán inmediatamente a sus mejores elementos y sólo quedará la gente mayor. Esta gente no parece tan persistente. Por otra parte, las generaciones más jóvenes, por primera vez en la historia, se sentirán armadas… ¡por el propio estado! Es absolutamente correcto pensar que en el primer periodo tendremos una explosión de patriotismo chovinista y que estaremos aislados, incluso más que ahora, y que la actividad se verá inevitablemente limitada por las represiones, pero debemos adaptarnos a la situación. Por eso sería doblemente estúpido presentar hoy en día una posición pacifista puramente abstracta; el sentimiento de las masas es que es necesario defenderse. Debemos decir: «Roosevelt (o Willkie) dice que es necesario defender al país. ¡Bien!, sólo que debe ser nuestro país, no el de las Sesenta Familias y su Wall Street. El ejército debe estar bajo nuestro propio comando; debemos tener nuestros propios oficiales, que nos serán fieles». De esta forma podemos conseguir acercamos a las masas, que no se alejen de nosotros, y así preparar el segundo paso, que tendrá que ser más revolucionario.

Debemos usar hasta el fin el ejemplo de Francia. Tenemos que decir: «¡Les advertimos, obreros, que ellos (la burguesía) los traicionarán! ¡Miren a Petain, que es amigo de Hitler[591]! ¿Dejaremos que pase lo mismo en este país? Debemos crear nuestra propia maquinaria, bajo el control de los trabajadores». Debemos ser cuidadosos para no identificarnos con los chovinistas, ni con los confusos sentimientos de autoconservación, sino que debemos entender sus sentimientos y adaptarnos a los mismos críticamente y preparar a las masas para una mejor comprensión de la situación; de lo contrario seguiremos siendo una secta, cuya variante pacifista es la más miserable.

También debemos decir que la guerra desarrolla una tendencia hacia la dictadura totalitaria. La guerra desarrolla la centralización, y en su transcurso la clase burguesa no puede permitir a los trabajadores ninguna nueva concesión. Los sindicatos se convertirán, por eso, en una suerte de Cruz Roja para los trabajadores, una suerte de institución filantrópica. Los propios patrones estarán bajo el control del estado, todo será sacrificado en aras del ejército, y la influencia sindical llegará a ser nula. Y tenemos que decir ahora: «Si no te colocas ante el problema sobre la base de que existe un ejército obrero, con escuelas obreras, oficiales obreros, etcétera, y vas a la guerra al viejo estilo militar, estarás condenado». Y esto, a su manera, preservará los propios sindicatos.

Incluso si Estados Unidos envía ejércitos al extranjero, a Europa o Asia, y la tasa de mortalidad es elevada como cabe esperar, no podemos hacer excepciones con nuestros camaradas porque, por otra parte, no podemos prever el ritmo del desarrollo revolucionario en Europa y Asia, y quizás el ejército yanqui penetre en un país de esos continentes durante el comienzo de una revolución. En ese caso, dos o tres de nuestros hombres pueden jugar un papel tremendo en ese periodo. Pueden tratar de usar a este ejército yanqui contra esa revolución, y en ese caso incluso un hombre de coraje puede desviar al regimiento en otra dirección. Esto no puede preverse, pues hay muchas incógnitas; pero es por eso que decimos que es nuestra obligación ir con nuestra clase. Yo no creo que un revolucionario pueda permanecer al margen durante el primer periodo crítico, digamos un año aproximadamente, y luego venir con su bastón y galera y decir: «¡Ahora, camaradas, comenzaremos la revolución!». Discúlpenme por esta caricatura, pero si el revolucionario está en el ejército y les cuenta a los otros acerca de los peligros que existen en las instituciones burguesas y les aconseja crear un programa obrero para la guerra, a pesar de todos los ataques chovinistas que recibirá, e incluso si vuelve la espalda, los demás dirán luego: «Recordemos, él nos advirtió». Y entonces se convierte en una autoridad. Esto se repite en toda guerra, y no sólo en las guerras sino también en las huelgas y los movimientos sindicales. Todo lo que tienen que recordar es: «Este hombre nos advirtió y nosotros lo rechazamos». Entonces se convierte en su líder, en un héroe.

Si los líderes sólo buscan preservarse a ellos mismos, terminan convirtiéndose en eso, en conservas, conservas secas. Si ingresan al movimiento, impulsan a otros cinco, diez, veinte. Es más importante multiplicar nuestros cuadros que preservarlos, y pueden multiplicarse por centenares. Nuestros cuadros necesitan educación y experiencia en los movimientos de masas, y ¿cómo pueden obtenerlas fuera de la vida de las masas? No, no es posible evadirse de nuestra época. Además, ¡tendríamos que llegar a arreglos con el estado mayor, y yo estoy seguro de que éste no estaría de acuerdo con la idea de que nos escapemos!

Pregunta 2: ¿Cómo acelerará o retardará el atraso de la clase obrera yanqui el crecimiento del fascismo?

a) ¿Cuáles son las posibilidades de que la dictadura de guerra se convierta en una cabal dictadura fascista?

Trotsky: El atraso de la clase obrera de Estados Unidos es sólo un término relativo. En muchos aspectos importantes es la clase obrera más progresiva del mundo: técnicamente, y en su nivel de vida.

En la actualidad podemos esperar un cambio en la situación económica de Estados Unidos, un cambio muy brusco, y luego, cuando venga la guerra, le seguirá la miseria. Incluso ahora, bajo el programa de militarización, con millones y millones metidos en la maquinaria bélica, el rápido descenso del nivel de vida de la clase obrera producirá un acelerado cambio de mentalidad en los trabajadores yanquis.

El trabajador yanqui es muy combativo, como lo hemos visto durante las huelgas. Ha hecho las huelgas más rebeldes del mundo. Lo que le falta es un espíritu de generalización, de análisis de su situación de clase en el conjunto de la sociedad. Esta falta de razonamiento social tiene su origen en la historia del país, el Lejano Oeste con la perspectiva de posibilidades ilimitadas para que todos se enriquecieran, etcétera. Ahora todo aquello pasó pero la mente permanece fijada en el pasado. Los idealistas piensan que la mente humana es progresiva, pero en realidad se trata del elemento más conservador de la sociedad. Su técnica es progresiva pero la mentalidad del trabajador se queda muy atrás. Su atraso consiste en su incapacidad para generalizar su problema; consideran todo sobre una base personal.

Ahora la guerra enseñará a los trabajadores yanquis el pensamiento social. La crisis económica ya ha comenzado y la primera reacción de los obreros, confusa pero importante, la vemos en la CIO. Comienzan a sentir como clase: ven de diez a catorce millones de desocupados, etcétera. Ahora la guerra seguirá enseñándoles el pensamiento social, y esto significa pensamiento revolucionario.

Acerca del fascismo: En todos los países donde triunfó el fascismo teníamos, antes del crecimiento del mismo y su victoria, una ola de radicalización de las masas; de los obreros, los campesinos y granjeros más pobres, y de la clase pequeñoburguesa. En Italia, después de la guerra v antes de 1922, tuvimos una ola de tremendas dimensiones; el estado estaba paralizado, la policía no existía, los sindicatos podían hacer lo que querían, pero no existía un partido capaz de tomar el poder. Como reacción vino el fascismo.

En Alemania lo mismo. Teníamos una situación revolucionaria en 1918; la clase burguesa ni siquiera pidió participar en el poder. Los socialdemócratas paralizaron la revolución. Luego los trabajadores intentaron de nuevo en 1922-23-24. Ésta fue la época de la bancarrota del Partido Comunista, en donde habían ingresado los obreros. Luego, en 1929-30-31, los trabajadores alemanes nuevamente comenzaron una ola revolucionaria. Los comunistas y los sindicatos tenían una fuerza tremenda, pero entonces apareció la famosa política del social-fascismo, una política inventada para paralizar a la clase obrera. Sólo después de estas tres tremendas oleadas, el fascismo se convirtió en un gran movimiento. No hay excepciones a esta regla: el fascismo viene sólo cuando la clase obrera muestra una completa incapacidad para tomar en sus manos el destino de la sociedad.

En Estados Unidos ocurrió lo mismo. Ya hay elementos fascistas, que se inspiran, por supuesto, en el ejemplo de Italia y Alemania. Trabajan, por eso, con un ritmo más rápido. Pero ustedes también tienen el ejemplo de otros países. Las próximas olas históricas en Estados Unidos serán de radicalización de las masas, no de fascismo. Por supuesto, la guerra puede impedir la radicalización durante algún tiempo, pero luego le dará un ritmo y alcance tremendos. La guerra no puede cambiar orgánicamente los procesos sino sólo retrasarlos durante algún tiempo, y luego darles un empujón. La guerra, como hemos dicho antes, es sólo la continuación de la política por otros medios. En este sentido, estoy seguro de que en Estados Unidos tendrán muchas posibilidades de llegar al poder antes de que los fascistas puedan convertirse en una fuerza dominante.

No debemos identificar la dictadura bélica —la dictadura de la maquinaria militar, del estado mayor, del capital financiero— con la dictadura fascista. Para la última, primero es necesario que haya un sentimiento de desesperación en grandes masas del pueblo. Cuando los partidos revolucionarios los traicionan, cuando la vanguardia de los trabajadores muestra su incapacidad para conducir al pueblo a la victoria, entonces los campesinos, los pequeños negociantes, los desocupados, los soldados, etcétera, pueden soportar un movimiento fascista, pero sólo entonces.

Una dictadura militar es una institución puramente burocrática, reforzada por la maquinaria militar y basada en la desorientación de la gente y su sumisión a la misma. Después de algún tiempo sus sentimientos pueden cambiar, y pueden convertirse en rebeldes contra la dictadura militar.

Sí, el sentimiento contra la conscripción en Estados Unidos podría convertirse posiblemente en un punto de partida para tal rebelión. Aquí está nuestra oportunidad para mostrarles a los trabajadores como resuelve la clase burguesa sus problemas, y podríamos decir: «Vean, ahora ellos quieren imponerles un militarismo prusiano, con su falta de consideración por las vidas de los obreros». Podríamos solicitar, posiblemente, la elección de oficiales, y en este sentido, ésta puede ser una consigna muy buena: «Oficiales elegidos por los propios soldados».

Pregunta 3: ¿Cuál es la posibilidad de construir una economía independiente en el Hemisferio Occidental?

Trotsky: No muy buena, especialmente durante la guerra, cuando se profundizará la miseria en todo el Hemisferio Occidental. La guerra es sólo el comienzo; los resultados perdurarán por décadas. Incluso Hitler, que ahora tiene a Europa y mañana tendrá a Gran Bretaña, sólo cuenta con gente hambrienta. Debe disponer de las colonias, es decir de los océanos, y esto significa a su vez una lucha con Estados Unidos por los dominios de Gran Bretaña. Este conflicto sería muy largo y después de que los soldados y marineros alemanes hayan estado en la guerra volverán a un país de miseria, de hambre y peste. Éstos son los logros de Hitler para los próximos años.

Cuando Estados Unidos vaya a la guerra introducirá una economía de guerra. Esto significa sacrificar todo a los objetivos castrenses y bélicos y miseria para la población. ¿Cómo puede haber una economía independiente en los Estados Unidos? En tiempos de paz tienen diez millones de desocupados, y esto en tiempos de relativa prosperidad; durante las crisis tienen de trece a catorce millones de desocupados. Además deben exportar. Para eso necesitan importar. ¿Qué? ¿Productos que arruinen a sus granjeros, a quienes ahora se mantiene artificialmente? No, no hay posibilidad. En cambio, es necesario organizar un tipo de fascismo, un control organizado de la miseria, porque, ¿qué es el fascismo sino la organización de la miseria para el pueblo? El New Deal trató de hacerlo de una manera mejor pero no tuvo éxito, porque en ese periodo ustedes eran todavía demasiado ricos para una miseria fascista. Sin embargo, se empobrecerán más y más, y como consecuencia el próximo New Deal será fascista. La única solución lleva el nombre de socialismo.

La Conferencia Panamericana es probablemente la última forma espectacular de convulsión de la política rooseveltiana de buena vecindad[592]. Estados Unidos no puede entrar a una guerra mundial, o incluso hacer serios preparativos para la misma, sin asegurarse primero la total dominación de los países de América Latina. Su seguridad real está en la flota de aviones y barcos yanquis, de manera que debajo de la política de buena vecindad aparece el puño de hierro. Vimos que la Argentina era un poco rebelde, pero ésa fue su última convulsión de independencia. Washington no permitirá esa actitud de rebeldía. Los ejércitos, por supuesto, tienen un objetivo mundial, pero el paso inmediato se enfila hacia Sudamérica, para enseñarles a obedecer. Para Estados Unidos, Latinoamérica es lo que Austria y Checoslovaquia fueron para Hitler: un trampolín para mayores empresas.

En cuanto a si Estados Unidos tomara un control directo sobre los países latinoamericanos y Canadá, o dejará que permanezcan bajo la autoridad de gobernadores, gauletiers, ¡presenciaremos ambas cosas! Tendremos diferentes combinaciones en el próximo periodo y Washington impondrá las condiciones.

Pregunta 4: En su opinión, ¿había suficientes diferencias políticas entre la mayoría y la minoría para justificar una ruptura en el Partido Socialista de Los Trabajadores [norteamericano]?

Trotsky: Aquí también es necesario considerar la cuestión dialéctica, no mecánicamente. ¿Qué significa esta terrible palabra «dialéctica»? Significa considerar a las cosas en su desarrollo, no en su situación estática. Si tomamos las diferencias políticas tales como son ahora, podemos decir que no eran suficientes para una ruptura, pero si ellos desarrollaban una tendencia a apartarse del proletariado para volcarse a los círculos pequeñoburgueses, las mismas diferencias podían adquirir importancia absolutamente diferente, un peso diferente, porque iban a estar conectados con un grupo social diferente. Éste es un punto muy importante.

La minoría rompió con nosotros a pesar de todas las medidas tomadas por la mayoría para que no se produjese la escisión. Esto significa que su sentimiento social interno era tal que les era imposible marchar junto con nosotros. Es una tendencia pequeñoburguesa, no proletaria. Si desean una nueva confirmación de esto, tenemos un excelente ejemplo en el artículo que escribió Dwight Macdonald[593].

Antes que nada, ¿qué caracteriza a un revolucionario proletario? Nadie está obligado a participar en un partido revolucionario, pero si lo hace debe considerar al partido con seriedad. Si nos atrevemos a llamar a la gente para que cambie revolucionariamente la sociedad, tenemos una tremenda responsabilidad, que debemos considerar muy seriamente. ¿Y qué es nuestra teoría, sino simplemente la herramienta de nuestra acción? Esta herramienta la constituye nuestra teoría marxista, porque hasta hoy no hemos encontrado otra mejor. Un trabajador no fantasea acerca de las herramientas; si son las mejores que puede conseguir las cuida; no las abandona ni pide otras, fantásticas e inexistentes.

Burnham es un snob intelectual. Toma un partido, abandona, toma otro. Un trabajador no puede hacer esto. Si ingresa a un partido revolucionario, se dirige a la gente, la convoca a la acción, es lo mismo que un general durante una guerra: debe saber adónde la está conduciendo. ¿Qué pensarían ustedes de un general que diga que él cree que las armas son malas, que sería mejor esperar diez años hasta que se inventen otras superiores, de manera que lo que todos tienen que hacer es irse a sus casas? Ésa es la forma en que razona Burnham. Por eso abandonó el partido. Pero los desocupados quedan, la guerra continúa. Estas cosas no se pueden posponer. Por lo tanto el propio Burnham, no nosotros, es quien ha pospuesto la acción.

Dwight Macdonald no es un snob, sino un estúpido. Cito: «El intelectual, si debe cumplir una función útil en la sociedad, no debe engañarse ni engañar a otros. No debe aceptar como moneda buena lo que sabe que es falso, no debe olvidar en un momento de crisis lo que ha aprendido en un lapso de años y hasta de décadas». Bien. Absolutamente correcto. Cito nuevamente: «Sólo si enfrentamos a los tormentosos y terribles años por venir con escepticismo y devoción, escepticismo hacia todas las teorías, gobiernos y sistemas sociales; devoción a la lucha revolucionaria de las masas, sólo entonces podremos justificarnos como intelectuales».

Aquí tenemos a uno de los dirigentes del llamado Partido «Obrero», que no se considera un proletario sino un «intelectual». Habla de escepticismo hacia todas las teorías.

Nosotros nos hemos preparado para la crisis estudiando, construyendo un método científico, y ese método nuestro es el marxismo. Luego viene la crisis y el señor Macdonald dice «ser escéptico respecto de todas las teorías», y después habla de la devoción por la revolución sin reemplazarla con una nueva teoría. A menos que se trate de su propia teoría escéptica. ¿Cómo podemos trabajar sin una teoría? ¿Cuál es la lucha de las masas y qué es un revolucionario? Todo el artículo es escandaloso y un partido que puede tolerar a un hombre así entre sus dirigentes no es serio.

Cito nuevamente: «¿Cuál es la naturaleza de la bestia (fascismo), entonces? Trotsky insiste en que no es ni más ni menos que el fenómeno familiar del bonapartismo, en el cual una camarilla se mantiene en el poder haciendo jugar una clase contra otra, dando de esta manera al poder estatal un carácter autónomo. Pero estos modernos regímenes totalitarios no son hechos coyunturales; ya han cambiado la estructura económica y social subyacente, no sólo manipulando las viejas formas sino también destruyendo su vitalidad interior. ¿La burocracia nazi es una nueva clase gobernante, entonces, y el fascismo una nueva forma de la sociedad comparable con el capitalismo? Eso tampoco parece ser cierto».

Aquí crea una nueva teoría, una nueva definición del fascismo, pero desea, no obstante, que seamos escépticos respecto a todas las teorías. Por lo tanto, ¡también a los trabajadores él les diría que los instrumentos y herramientas con los que trabajan no son importantes, pero que ellos deben tener devoción a su trabajo! Creo que los trabajadores encontrarían una respuesta muy aguda para tal afirmación.

Es muy característico del intelectual desilusionado. Ve la guerra, la terrible época que se viene, con pérdidas, con sacrificios, y tiene miedo. Comienza a propagar el escepticismo y todavía cree que es posible unificar este escepticismo con la devoción revolucionaria. Sólo podemos desarrollar una devoción revolucionaria si estamos seguros de que es racional y posible, y no podemos tener tal seguridad sin una teoría de trabajo. El que propaga el escepticismo teórico es un traidor.

Nosotros analizamos diferentes elementos en el fascismo.

1) El elemento que el fascismo tiene en común con el viejo bonapartismo es el haber utilizado los antagonismos de clase con el fin de dar la máxima independencia al poder estatal. Pero siempre hemos subrayado que el viejo bonapartismo tuvo lugar en la época de ascenso de la sociedad burguesa, mientras que el fascismo es el poder estatal de la sociedad burguesa en declinación.

2) Que el fascismo es un intento de la clase burguesa para superar, para sobrepasar la contradicción existente entre la nueva técnica y la propiedad privada sin eliminar la propiedad privada. Es la «economía planificada» del capitalismo. Es un intento de salvar la propiedad privada v al mismo tiempo controlarla.

3) Superar la contradicción entre las nuevas y modernas técnicas de las fuerzas productivas dentro de los limitados marcos del estado nacional. Esta nueva técnica no puede limitarse a los marcos del viejo estado nacional y el fascismo intenta superar la contradicción. El resultado es la guerra. Ya hemos analizado todos estos elemento.

Dwight Macdonald abandonará el partido como lo hizo Burnham, pero como es un poquitito más perezoso lo hará más tarde. ¿Burnham fue considerado un «buen material» en un tiempo? Sí, el partido proletario de nuestra época debe utilizar a todo intelectual que pueda colaborar con él. Pasé muchos meses con Diego Rivera para salvarlo para nuestro movimiento, pero no tuve éxito. Pero todas las Internacionales han vivido una experiencia así. La Primera tuvo problemas con el poeta Freiligrath, que también era muy caprichoso. La Segunda Internacional y la Tercera tuvieron problemas con Máximo Gorki. La Cuarta Internacional con Rivera. En todos los casos se alejaron de nosotros.

Burnham estuvo, por supuesto, más cerca del movimiento, pero Cannon tenía sus dudas acerca de él. Puede escribir, posee cierta inteligencia formal para pensar, no profunda pero hábil. Puede aceptar la idea de otro, desarrollarla, escribir un fino artículo acerca de ella y luego olvidarla. El autor puede olvidar, pero el trabajador no. Sin embargo, en la medida en que podamos utilizar a esa gente, la cosa va bien. Mussolini, en un tiempo, también fue «buen material».

Escritos , Tomo VI
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