[54].
Pese al grado de inconforme nostalgia que encierra este juicio, desafortunadamente parece ser cierto -desafortunadamente, porque repite el más grande cliché de la civilización griega en su apogeo. Argumentos de este tipo fueron utilizados en ocasiones para exonerar a los romanos, aunque sin mucha convicción: ni siquiera las obscenas reliquias de Pompeya eran necesarias para probar que el imperio romano había sido licencioso; ya la literatura sobreviviente lo mostraba de manera indiscutible. Y por el contrario, la literatura griega, salvo por algunas obras de Aristófanes y algunos fragmentos de otros autores de comedias, se distinguía por su majestuoso decoro que transformaba lo obsceno en algo inofensivo, incluso elevado, para las más tiernas mentes. Como decía Matthew Arnold de Homero en 1860, el gran estilo griego "no sólo es hondo y conmovedor sino que, además, puede formar el carácter y es edificante"[55].
Ya una generación antes de Arnold, esta opinión resultaba lo bastante trillada como para que Byron hiciera una brillante parodia de ella:
Se miran el uno al otro, y sus ojos
Resplandecen a la luz de la luna, y en su blanco brazo
ella estrecha
La cabeza de Juan, y él a ella con el suyo
Medio oculto por las trenzas que acaricia;
Ella se sienta sobre sus rodillas y bebe sus suspiros,
Y él los de ella, hasta que ambos se sofocan
Formando un conjunto ciertamente antiguo,
Medio desnudo y amoroso, natural y griego