Esto, debo decirlo, es absolutamente cierto, aunque la fuerza del razonamiento de Sontag se halle viciada desde el mismo momento en que insiste en que su relevancia sólo se aplica al arte.
Otro aspecto débil de "La imaginación pornográfica" era la consideración de Sontag sobre lo que separaba la forma artística de otras formas de expresión. Dicha definición permanecía implícita a lo largo de su ensayo y, en general, de todas sus primeras obras, pero se hizo explícita en libros posteriores como Sobre la fotografía (1977). Una de sus principales estrategias para defender la "pornografía" fue declarar que el moderno arte pornográfico hace frecuentes referencias a libros anteriores del mismo género: al emplear esta táctica, una obra como la Historia de O declara que pertenece a una tradición literaria, que su principal afinidad es con otros libros y no con algo tan visceral y efímero como la "vida real". El término postmoderno para esta afinidad (Sontag no lo usa) es el de "intertextualidad", la relación de los textos con ellos mismos antes que con la realidad extratextual.
Si se considera la intertextualidad como la característica esencial del "arte", entonces cualquier inquisición acerca de la "pornografía" carece de sentido puesto que, según se supone, la pornografía ejerce su poder sobre los cuerpos y las mentes, y no sobre los textos mismos. Al encerrarse el arte en un museo en el que sólo puede encontrarse arte, se elimina de un golpe la necesidad de quemar libros, de hacer juicios en los tribunales, y, además, se eliminan de paso los últimos vestigios de ese legendario poder que tenía el arte para conmover y alterar a una audiencia no artística. Pero también puede ser que el arte nunca poseyera tal poder, sólo hasta el amanecer de la era post-pornográfica el público y la élite arribaron al consenso de que el arte sólo era arte cuando no tenía nada que ver con el mundo no artístico. Ahora bien, si la representación se comportaba de un modo distinto, si toscamente salía de su propia esfera, entonces ya no era arte y podía, ciertamente, ser peligrosa.
Sontag hizo frente a los peligros del no-arte en Sobre la fotografía, una curiosa diatriba contra un medio de representación cuyo estatus artístico había sido equívoco desde la misma invención del proceso, hacia 1830. De acuerdo con Sontag, el culto moderno a la fotografía era doblemente funesto pues producía una inversión de valores, una subordinación de la experiencia real frente a su imagen: "las imágenes fotográficas", lamentó, "tienden a substraer el sentimiento de algo que nosotros experimentamos de primera mano, y los sentimientos que provocan no son, por lo general, los mismos que tenemos en la vida real".
La fotografía no sólo reproduce lo real, sino que lo recicla, proceso éste que es clave en una sociedad moderna. Al tomar la forma de imágenes fotográficas, las cosas y los eventos adquieren nuevos usos y se les asignan también significados nuevos que van más allá de las distinciones entre lo bello y lo feo, lo verdadero y lo falso, lo útil y lo inútil. Así pues, la fotografía es uno de los medios principales para producir en los eventos y las cosas una cualidad que desvanece tales distinciones: la cualidad de "lo interesante"[415].
La ansiedad de Sontag parece tener su origen en la idea de que la excesiva exposición a la fotografía entorpece y arruina nuestras reacciones frente al mundo no fotográfico. Nos convertimos entonces en seres moralmente apáticos, desinteresados de la bondad y la belleza, y tan depravados como los onanistas comstockianos, sólo que de una manera más sofisticada. Siguiendo a McLuhan, Sontag no atribuye los efectos corruptores de la fotografía al contenido mismo de sus imágenes. Por el contrario, la fotografía es más dañina cuando adormece nuestra sensibilidad hacia la existencia real de dicho contenido, hacia las cualidades éticas y morales que ella posee en cuanto cosa y no en cuanto imagen. Este resultado, sin embargo, equivale a retroceder hacia un temor más antiguo que Platón: el temor de que las imágenes invadan la realidad y la deformen.
La Comisión para el Estudio de la Pornografía y la Obscenidad se había mostrado asombrosamente libre de dicho temor, lo mismo se tratara del medio que del contenido. De acuerdo con el Informe, el pueblo norteamericano era incapaz de tomar una decisión en este asunto; no existía "consenso entre los americanos" sobre los efectos de la pornografía ni tampoco sobre el valor de tales efectos:
Entre el 40% y el 60% opina que el material sexual proporciona información sobre el sexo, que provee entretenimiento, que conduce a la crisis moral, que mejora las relaciones sexuales en el matrimonio, que lleva a la gente a cometer violaciones, que produce hastío con respecto al material sexual, que inspira la innovación en las técnicas sexuales de la pareja y que conduce a la gente a perder el respeto por la mujer. Algunos de estos presumibles efectos son evidentemente indeseables desde el punto de vista social, mientras que otros pueden ser juzgados como neutros o como socialmente deseables