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AQUELLA carde, los hombres se
reunieron en pequeños grupos a la sombra de los árboles.
Protestaban entre ellos por las picaduras de los insectos, el
peligro de los alacranes y el calor insoportable. Pero cuando llegó
la noche comenzaron a temblar de frío, mientras se rascaban las
picaduras, atormentados por el zumbido de las nubes de mosquitos y
los escalofriantes aullidos de los hombres búho.
A la mañana siguiente se congregaron en la
playa para contemplar cómo cargaban en las naves los tesoros
enviados por Moctezuma. Muchos se atrevieron a preguntar en voz
alta si volverían a verlos alguna vez. En el momento que colocaron
el gran disco de oro sobre una red atada a dos chalupas, los
murmullos aumentaron de tono y los soldados miraron con sospecha a
Cortés y a sus oficiales.
También la actitud de los naturales había
cambiado después de la marcha de Tendile. Cada día disponían de
menos comida.
Benítez escuchaba las murmuraciones de la
tropa: «¿Qué diantres hacemos sentados en esta playa infecta? El
gobernador dio orden de que negociáramos con los aborígenes y
exploráramos la costa. Aquí no hacemos ninguna de las dos cosas.
Todo el oro que hemos visto hasta ahora se lo ha guardado Cortés en
su nave. En cualquier momento, los naturales pueden lanzarse sobre
nosotros».
Desde la batalla en el río Tabasco, una
docena de soldados había muerto a consecuencia de las heridas
recibidas. Además, habían perdido a otra docena de hombres por las
fiebres y los vómitos.
Unos cuantos ya hablaban de regresar a Cuba.
Pero si volvían ahora, el gobernador Velázquez querría compartir el
tesoro con ellos, o se lo quedaría todo?
Benítez sospechaba que sabía la
respuesta.
Pasaron los días y siguieron sin tener
noticias de Moctezuma.
Los españoles se levantaron una mañana y se
encontraron con la sorpresa de que los indios se habían marchado.
El campamento estaba desierto, con las hogueras encendidas y las
tortillas de maíz quemándose en las brasas. Los naturales era unos
dos mil, y sin embargo se habían esfumado durante la noche, sin que
los centinelas se dieran cuenta, para dejarlos abandonados en la
playa..