04 3152ee-3153ee — Lorthrial
G’ngorn-7, el volcán dormido
Prologo: Lorthrial & G’Ngorn-7
Has de saber, querido lector, que la idea de atrevernos con relatos ultracortos no se nos había pasado por la cabeza, ya que desde que nos pusimos a escribir ciencia ficción nos dedicamos a la novela y la novela corta, unos formatos que nos resultaban bastante cómodos. Sin embargo, mientras se preparaba la HispaCon (convención anual española de fantasía y ciencia ficción) de Burjassot '96, uno de sus organizadores, Andrés Rodrigo, nos propuso redactar unas piezas cortas, de una página o poco más, inspirándonos en unos dibujos que nos proporcionó. Lo mismo harían otros escritores; la idea final era publicar juntas todas esas historias.
En una ilustración, titulada LORTHRIAL, veíase la superficie de un mundo muy similar a la Luna, recorrida por tubos que conectaban entre sí unas esferas que se perdían en lontananza. En otra, denominada G’NGORN-7, EL VOLCÁN DORMIDO, se mostraba un bello paisaje de montañas, bosques y lagos, con un volcán nevado presidiendo la escena.
Nos pusimos manos a la obra, y acabamos los relatos con diligencia. Sin embargo, por motivos que no vienen al caso, el proyecto se canceló (aunque nos sirvió para empezar a tomarle el gustillo a eso de escribir relatos breves). Ahora tenemos la oportunidad de que estos ultracortos vean la luz. Nuestra única pretensión, amable lector, es arrancarte con ellos una sonrisa. Caso de lograrlo, nos daremos por satisfechos.
Vale.
Lorthrial
—Damas, caballeros y andróginos, tengo el placer y el honor de darles la bienvenida en este viaje inaugural y agradecer la confianza que han depositado en nuestra Compañía. Lorthrial puede enorgullecerse de contar con uno de los medios de transporte más cómodos, seguros y ecológicos de todo el Ekumen: el tubo de vacío de impulsión agrav no inercial. Mientras prosigo con mi explicación, y para que ésta se les haga más llevadera, pueden pulsar el botón azul que hay en los apoyabrazos de sus butacas. ¿Ya está? Como habrán comprobado, la Sempai Biocorp desea obsequiarles con un pequeño aunque selecto refrigerio: arañas dulces, canapés de mollejas de gandulfo escabechadas, caracolillos de Galadriel con mousse de maracuyá y otras delicias, acompañadas de licor de Antares, jerez seco y aquavit vegano. Es lo menos que ustedes se merecen, distinguidos clientes y amigos. Retornando al tema que nos ocupa, el tubo de vacío de impulsión agrav no inercial ha sido desarrollado por la Sempai Biocorp, siempre a la vanguardia de la tecnología. A partir de hoy, una red de tubos construidos con biopolímeros y aleaciones metálicas ultrarresistentes cubre como una telaraña la hostil superficie de Lorthrial, conectando todas las ciudades del planeta. En el interior de estas estructuras se ha hecho un vacío perfecto, con objeto de eliminar el rozamiento. Esto no es ninguna tontería; los vagones, que levitan gracias a los campos agrav, se mueven a casi diez mil kilómetros por hora, y no resultaría muy apropiado permitir que nuestros pasajeros se achicharraran, je, je. También hemos de procurar mantener el tren en el centro exacto del tubo, ya que la más mínima variación generaría tales vibraciones que acabaríamos desintegrados en un santiamén, je, je. Vaya, parece como si un negro espanto se hubiera abatido sobre ustedes… Pero tranquilos; las medidas de seguridad ofrecen una fiabilidad del 100%, y han superado los más exhaustivos controles. ¿Y qué me dicen de la comodidad? ¿A que no se han percatado de que estamos ya viajando a plena marcha? ¡Tal es la suavidad de los campos agrav! Para su completa tranquilidad, sepan que ninguno de los encargados de manejar el tubo, ni siquiera yo mismo, somos humanos, sino ordenadores biocuánticos de la última generación, fabricados en los laboratorios de la Sempai Biocorp, toda una garantía de calidad. Nuestra capacidad de reacción y de proceso de datos es infinitamente superior a la de un cerebro orgánico, ya que de otro modo el manejo del tren sería inviable. En resumen: van ustedes sentados en unas confortables butacas, al tiempo que degustan nuestros exquisitos canapés y, si lo desean, pueden conectarse a la Red mediante una sencilla interfase y navegar por el ciberespacio, jugar una partida de ciberrol, practicar el sexo virtual, o lo que prefieran. Mientras disfrutan de este maravilloso viaje, nosotros, los ordenadores, velamos por su seguridad, con la absoluta certeza de que no se producirá fallo alguno que turbe (clac-ñiquiñic— frrruzz-ping) guno que turbe (clac-ñiquiñic-frrruzz-ping) guno que turbe (clac-ñiquiñic-frrruzz— ping) guno que turbe (clac-ñiquiñic-frrruzz-ping) guno que turbe…
G’ngorn-7, el volcán dormido
—Damas, caballeros y andróginos, tengo el placer y el honor de darles la bienvenida en la inauguración de este inigualable hotel, y agradecer la confianza depositada en nosotros. Si son tan amables, pasen al balcón acristalado, donde les hemos preparado un pequeño aunque selecto refrigerio: arañas dulces, canapés de mollejas de gandulfo escabechadas, caracolillos de Galadriel con mousse de maracuyá y otras delicias, acompañadas de licor de Antares, jerez seco y aquavit vegano. Es lo menos que ustedes se merecen, distinguidos clientes y amigos. Mientras degustan estos manjares, podrán gozar de una de las vistas más espectaculares de toda la galaxia. Como sabrán, nos hallamos en la cima de G’ngorn-7, el volcán dormido, un lugar rebosante de leyendas y misterio. Estamos situados en el corazón de los auténticos bosques vírgenes, aún no profanados por el hombre, y a nuestros pies se abre un acantilado vertical de cuatro kilómetros, que cae a pico sobre una laguna de aguas termales. Si desean darse un reparador bañito, la plataforma agrav los bajará hasta allá con la suavidad de una pluma. Magnífico, ¿verdad? Pues esto es tan sólo el inicio de una cadena de establecimientos hoteleros de élite que la empresa planea erigir en este paradisíaco mundo, para solaz y esparcimiento de nuestra distinguida clientela. Y si ustedes también anhelan placeres más interactivos que la contemplación de la naturaleza salvaje, en las habitaciones disponen de todo lo necesario para conectarse con la Red y acceder a cuantos servicios ofr…
El maestro de ceremonias guardó silencio, asombrado. Un extraño ruido sordo, que parecía brotar de todas partes a la vez, ahogó sus palabras. La sorpresa se convirtió en alarma cuando el balcón empezó a temblar y se dibujaron unas grietas en los paneles de plastiacero transparente, teóricamente irrompibles. Y de repente, el caos se desató. Un negro espanto se abatió sobre los presentes cuando el edificio comenzó a desplomarse sobre ellos, mas su agonía fue breve. Se abrió una inmensa grieta en la cima del volcán que engulló al hotel y a sus ocupantes; las paredes de la hendidura se movieron arriba y abajo, triturándolo todo, y finalmente se cerraron con un chasquido. Hubo un último espasmo telúrico; surgió una nubecilla de vapor azulado, acompañada de un ruido que sonó como un colosal eructo, y la cima quedó inmóvil y desierta. Nadie que la viera sospecharía jamás que allí existió una vez un majestuoso edificio.
La criatura que los hombres conocían como G’ngorn-7 terminó de alimentarse y se sumió en un apacible reposo. Pertenecía a una raza cuyos miembros eran casi tan viejos como el propio cosmos, y su vida se contaba en miles de millones de años. Su existencia transcurría plácida, limitándose a asimilar compuestos de silicio y carbono con los que construían sus inmensos cuerpos. De tarde en tarde, un estremecimiento recorría sus entrañas y expulsaban a la atmósfera las esporas destinadas a perpetuar la especie. Su simiente podía vagar entre las estrellas durante una eternidad, impulsada por los vientos solares, y casi toda estaba destinada a perecer. Sin embargo, alguna podría tropezar con un planeta en el que echar raíces y desarrollarse, repitiendo un ciclo que duraría hasta el fin del universo.
Pero aquellos seres también eran capaces de comportarse como depredadores. Algunos de ellos descubrieron que ciertos compuestos orgánicos y oligoelementos que completaban su dieta estaban disponibles bajo la forma de unos diminutos bichillos que pululaban de un sitio para otro, y procedieron a cazarlos. Las estrategias eran de lo más variado. Unos preferían esconderse bajo una gran llanura y periódicamente abrir la boca, tragando todo lo que en ese momento pasara por allí. En cambio, G’ngorn-7 había optado por la elegancia, y dio con un método infalible, que siempre rendía buenos resultados: adoptar la forma de una alta montaña, similar a las circundantes pero más bella, elevada y abrupta. Por alguna razón que no podía comprender, ni falta que le hacía, los bichillos se sentían atraídos por ella y subían a lo más alto, metiéndose directamente en sus fauces. Con un poco de paciencia, y eso era algo de lo que andaba sobrado G’ngorn-7, aquellos bichillos gregarios convocaban a más de los suyos y el resultado era un opíparo banquete, como ahora.
G’ngorn-7, al igual que tantas otras veces antes, se sintió satisfecho. Había probado muy diversas razas de bichillos desde que cayó en aquel mundo, y sin duda cataría otras muchas más en los millones de años que aún le restaban por vivir. Tal vez, con un poco de suerte, vinieran más bichillos a buscar los restos de sus congéneres, abriendo un túnel en la cima. Ocurría de vez en cuando, y era de agradecer, ya que así le ahorraban tener que excretar los desechos. Ahíto, se relajó y se dispuso a hacer la digestión. Para que ésta no fuera muy pesada, absorbió agua de la laguna que había a sus pies. Finalmente G’ngorn-7 se quedó dormido.