Sobre el voto secreto[47]
27 de febrero de 1929
Respecto del voto secreto, creo recordar que en mi carta dije claramente: hay que aplicarlo primero en el partido, luego en los sindicatos, después, según los resultados, en los soviets. El voto público fue creado para controlar al enemigo mediante la presión de la opinión pública de los obreros y, sobre todo, de su vanguardia. Pero en la actualidad la burocracia partidaria emplea este instrumento, en el partido contra las masas, y en los sindicatos contra todos los obreros. Un hecho nos permitirá comprender claramente la situación: en una serie de regiones, las masas partidarias sabían, desde hace uno, dos o tres años, que a la cabeza del Comité Regional del partido y del Comité Ejecutivo regional de los soviets había aventureros, elementos desleales, futuros traidores; lo sabían y sin embargo guardaban silencio. En una situación semejante, el voto secreto es la primera condición necesaria para el restablecimiento de la democracia en el partido.
En los sindicatos, el control debe iniciarse en organizaciones integradas exclusivamente por obreros industriales, a través de los centros políticos más importantes, a través de los sectores más conscientes del proletariado; es necesario avanzar extendiendo este control en círculos concéntricos. En los soviets hay que ser más cuidadoso aún. No puedo dar una opinión categórica al respecto hasta que se haga la experiencia en el partido y en los sindicatos industriales (no en los de los funcionarios). Es obvio que, en el caso de que la experiencia en los sindicatos sea favorable, se podría aplicar el voto secreto en los soviets —al principio sólo parcialmente—, de manera que en ninguna circunstancia nos veamos obligados a aplicarlo en general. Demás está decir que no hacemos un fetiche de las formas democráticas. La protección de la dictadura[48] está por encima de toda otra consideración. Pero la dictadura está amenazada desde dos flancos: desde el exterior, por la contrarrevolución que se pavonea abiertamente (eserismo, menchevismo[49], antisemitismo); desde el interior, por la sombra del termidor. La burocracia utiliza las ideas y los métodos de la dictadura para aterrorizar a la fuerza motriz de ésta: la vanguardia del proletariado. Una vez que las masas se pronuncien resueltamente, la primera tarea será hacer el recuento de los cuadros, limpiarlos, renovarlos y ponerlos bajo la autoridad del partido. Es posible que el voto secreto sea el único camino que nos permita encarar esta tarea. Es superfluo agregar que la consigna del voto secreto no reviste un carácter principista o de verdad universal, obligatorio en todas las ocasiones. Es una consigna ad hoc, derivada de la crisis de las contradicciones existentes entre los cuadros y el partido. Pero en la situación actual es una consigna muy importante.