Un nuevo avance[389]

21 de enero de 1930

La Verité apareció con formato más grande. La «célula» de Prinkipo la recibió con alborozo. Al mismo tiempo, La Lutte[390] pasó a ser una revista teórica mensual. Ambas se complementan en el cumplimiento de un mismo y único fin. ¡Es un avance importante!

En Francia existe hoy en día abundancia de publicaciones cuasi comunistas y ex comunistas. Una de ellas tuvo la franqueza de quitar de su nombre el rótulo de «comunista». Bienvenida sea. No sólo en farmacología sino también en las organizaciones los rótulos deben corresponder al contenido. No hay razón alguna para calificar de comunistas a quienes, siguiendo a Loriot[391] caen en el sindicalismo pasivo. Es cierto que R. P.[392] considera «revolucionario» su sindicalismo. Pero es notorio que la palabra «revolucionario» —sin principios básicos, sin programa— resulta de bastante fácil acceso, sobre todo en Francia.

Le Cri du Peuple[393] cae en otra categoría. Si necesitáramos un espejo que refleje toda la confusión teórica y política creada por un régimen de epígonos, utilizaríamos el periódico de la oposición sindicalista. Esta publicación tiene tanta importancia como una frase dicha al pasar. Ninguno de sus participantes permanecerá en ese nivel mucho tiempo. Algunos volverán al campo revolucionario; a éstos los volveremos a ver. Otros recorrerán todo el camino hasta el sindicalismo «puro», es decir, el sindicalismo burgués.

Casi no vale la pena mencionar otra publicación cuasi «comunista» y cuasi «oposicionista», que no refleja nada y no sirve a nadie… salvo a ciertos individuos cuyas pretensiones no se apoyan en nada.

Antes de la aparición de La Verité, no faltaron los profetas que predijeran su fracaso. Algunos genios trataron de sacar conclusiones «profundas» de su propia deserción, y declararon que, en términos generales, en la actualidad no se dan las condiciones para la existencia de un partido comunista. No obstante, La Verité crece, se fortalece, y además ha adquirido un valioso aliado de lucha, como es La Lutte de Classes. La Verité mejora y gana en personalidad. No podemos menos que estar de acuerdo con nuestro camarada N.[394] de China, que no hace mucho tiempo nos escribió desde Shangai que La Verité de París y The Militant de Nueva York son las mejores publicaciones con que cuenta en la actualidad la Oposición de Izquierda Internacional.

Loriot, al que lamentablemente ya nada le queda de revolucionario ni de marxista, cree que el comunismo no tiene el menor futuro. ¿La prueba? La Oposición no hizo el menor avance en Francia en los últimos cinco años. ¡He ahí la filosofía de la historia de un hombre que pierde pie!

La vanguardia proletaria, y con ella el marxismo, vivió más de un período de decadencia. A muchos Loriots de 1907-1910, les parecía que el bolchevismo estaba condenado al fracaso. El ultimo lustro fue una época de errores atroces de la Internacional Comunista y derrotas de la revolución internacional. Los resultados afectaron severamente a la izquierda.

Hoy somos débiles, sí; pero ¿por qué? Porque el proletariado alemán sufrió una tremenda derrota en 1923, porque las aventuras de Bulgaria y Estonia culminaron en sendas derrotas, porque en 1926 los sindicalistas ingleses —aliados con Stalin— destruyeron una poderosa movilización revolucionaria de masas, porque en ese mismo año el Partido Comunista de Polonia jugó un papel lamentable[395], porque en 1927 Chiang Kai-shek —con ayuda de Stalin y Bujarin— aplastó la revolución china, porque en toda una serie de países el proletariado sufrió derrotas menos dramáticas pero no menos profundas y porque en la URSS la burocracia ahogó al partido. ¡Por todo eso, hoy la izquierda es débil! Pero por tremendos que parezcan, los acontecimientos que acabamos de enumerar son transitorios. Debemos darnos una política a largo plazo.

Sin embargo, la debilidad de la Oposición de Izquierda obedece a otra razón, más específica pero muy importante. En una serie de países, en Francia sobre todo, ingresaron al partido, junto con los revolucionarios auténticos, elementos fortuitos, vale decir individuos cansados y desilusionados o, peor aún, pretenciosos comunistas de salón, inútiles para cualquier lucha revolucionaria seria y que por su conducta sólo pueden manchar la bandera de la Oposición a los ojos de los obreros.

Quienes más frecuentemente representaron a la Oposición rusa en el extranjero fueron estos elementos fortuitos, que en no pocas ocasiones concertaron alianzas fortuitas, apoyaron publicaciones fortuitas y ayudaron a cimentar reputaciones fortuitas. Todo esto provocó un estado de confusión que los obreros no tuvieron oportunidad de analizar. La prensa oficial stalinista publicó las maquinaciones individuales de tal o cual inadaptado que entró a la Oposición por casualidad como si representaran las posiciones de la Oposición en su conjunto. De esa manera la prensa oficial perpetúa y fomenta el caos ideológico, siendo éste el único modo como la burocracia dominante puede proseguir su existencia.

La Verité ha introducido o, dicho más modestamente, ha comenzado a introducir el orden en medio de este caos. En el breve lapso que lleva de existencia, confirmó que la agrupación Verité no es fortuita, que constituye ahora el núcleo fundamental de la Izquierda comunista en Francia y que la consolidación de los elementos comunistas de vanguardia se producirá alrededor de esta agrupación.

Pasados los arduos esfuerzos de la primera época, la recolección de fuerzas avanzará con velocidad creciente. Los obreros revolucionarios, que buscan una dirección revolucionaria correcta, deben convencerse en base a su propia experiencia de que —al revés de lo que afirman las mentiras y calumnias stalinista—, la Oposición no los hará caer en el sindicalismo, ni los llevará hacia la derecha y el reformismo, y que de ninguna manera quiere reiniciar la historia desde el año cero, construir un partido nuevo en un sitio nuevo, como si la guerra, la Revolución de Octubre y la creación de la Tercera Internacional no hubieran ocurrido.

No sólo dentro del partido, numéricamente débil, sino también alrededor de él, entre sus simpatizantes y entre el millón de personas que lo votan, hay miles y decenas de miles de obreros que han aprendido mucho, que hicieron una experiencia importante y se sienten profundamente perturbados por la política funesta de la dirección de la Internacional Comunista. Sólo les falta contemplar sus experiencias a la luz de la teoría para convencerse de que comparten las posiciones de la Oposición. La Verité, de la mano con La Lutte de Classes, les aportarán claridad política.

Escritos , Tomo I
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