El conflicto sino-soviético: declaración a la Prensa[175]
22 de julio de 1929
Por supuesto, mis opiniones sobre el conflicto sino —soviético son personales. No tengo informes fuera de lo publicado por los diarios. En estos casos, lo que aparece en los diarios siempre es insuficiente.
No cabe duda de que el papel de agresor lo cumplió el gobierno chino y no el soviético. El aparato administrativo del Ferrocarril Oriental de China existe desde hace años. Las organizaciones obreras atacadas por el régimen chino también existen desde hace tiempo. Las disposiciones administrativas para el Ferrocarril fueron elaboradas cuidadosamente por una comisión especial que yo presidí[176] y sus resoluciones fueron ratificadas en abril de 1926, tomando en cuenta, como es debido, los intereses chinos.
La conducta del actual gobierno chino obedece a que éste se fortaleció con la aplastante derrota sufrida por los obreros y los campesinos. No me detendré aquí en las causas de la derrota de la movilización revolucionaria del pueblo chino porque ya las analicé exhaustivamente en trabajos publicados anteriormente. El gobierno, surgido de una revolución totalmente derrotada, se siente débil, como siempre ocurre en estos casos, frente a las potencias que esa revolución combatió, sobre todo el imperialismo británico y el japonés. Por eso se ve obligado a tratar de incrementar su poder e influencia con actitudes aventureristas hacia su vecino revolucionario.
¿Es inevitable que la provocación, fruto de la derrota de la revolución china, desemboque en una guerra? No lo creo. ¿Por qué? Porque el gobierno soviético no quiere la guerra y el gobierno chino es incapaz de librarla.
El ejército de Chiang Kai-shek[177] triunfó en 1925 - 1927 [contra los señores de la guerra] gracias a la insurrección revolucionaria de las masas. Al volverse en contra de éstas, perdió su fuente principal de poder. Como organización puramente militar, el ejército de Chiang Kai-shek es extremadamente débil, y él no puede desconocer que el gobierno soviético está muy al tanto de la debilidad de su ejército. Es inconcebible que Chiang Kai-shek pueda declararle la guerra al Ejército Rojo sin ayuda de otras potencias. Más precisamente, Chiang Kai-shek sólo podría hacer la guerra si su ejército fuera el destacamento auxiliar de otra potencia. No creo que esta combinación sea factible actualmente, sobre todo en vista del deseo sincero del gobierno soviético de buscar soluciones pacificas a los problemas.
Las referencias del gobierno norteamericano al Pacto Kellogg no pueden resultar demasiado convincentes, ya que todavía no reconoce a la Unión Soviética y por lo tanto no cumplió siquiera con las premisas formales de una actitud «imparcial» hacia el conflicto[178].
Sobra decir que, en la eventualidad de que el pueblo soviético se vea obligado a ir a la guerra, la Oposición participará plenamente en la defensa de la Revolución de Octubre.