De una carta a un oposicionista de la URSS[209]

24 de agosto de 1929

Estimado camarada:

Recibimos su carta del 8 de agosto el 22 de ese mes. Cierto que no es tan rápido como cruzar de Europa a América en el Bremen; así y todo, no nos podemos quejar.

Me escribe que el espíritu de capitulación hizo presa inclusive de algunos «buenos muchachos». Lo sorprendente sería lo contrario. Hoy la Oposición sobrevive sin vínculos ni literatura. Lo único que lee es Pravda. Para muchos de nuestros correligionarios, el vuelco de los stalinistas y su persistencia en ese curso resultan inesperados. Se pierde de vista la perspectiva internacional. Bolchevique proclama últimamente el comienzo de una época de conflictos revolucionarios decisivos: primera etapa, el Primero de Mayo berlinés; segunda etapa, las jornadas de agosto en todo el mundo, y así sucesivamente. Es inevitable que esta perspectiva tranquilice la conciencia de algunos «viejos» en semibancarrota, y también atrape a los «buenos muchachos», es decir, a los jóvenes sin relaciones, ni información, ni literatura, etcétera.

Me habla de las vacilaciones de I. N. [Smirnov], dice que él difunde su proyecto de manifiesto al Comité Central, proyecto que incluye una cantidad de deseos y esperanzas muy loables que —como usted dice— desde luego, «le obligarán a abandonar». Todos conocemos muy bien a I. N., su lado bueno y su flanco débil. Más de una vez corrimos el riesgo de perderlo por el camino. Pero la conclusión siempre fue satisfactoria. ¿Lo perderemos esta vez? No lo sé; pero aunque así sea, tarde o temprano lo recuperaremos. Y recuperaremos a muchos más; claro está, si no los acompañamos en sus vacilaciones.

En cuanto a que estamos dispuestos a apoyar cada paso de los centristas hacia la izquierda, lo hemos dicho diez veces. Es cierto, podemos repetirlo una undécima vez. Pero esto no resuelve el problema. Necesitamos nuestra propia literatura; la claridad teórica es indispensable; debemos crear vínculos políticos a escala internacional: así se plantea el problema ahora. Pero es imposible establecerlos ya mismo. Por ahora, debemos movernos en medio de las mayores dificultades, contra la corriente, paso a paso. Los menos perseverantes y experimentados vacilarán y se separaran.

Para un marxista serio resulta claro que este viraje de los centristas hacia la izquierda se debió exclusivamente a nuestra lucha. Ésta fue y es de apoyo revolucionario auténtico, genuino. En los momentos más críticos, el centrismo hace equilibrio en la cuerda floja, sin saber para dónde dar el próximo paso. Si en 1926 y 1927 la fracción de derecha hubiera desplegado la décima parte del empuje perseverante demostrado por nosotros en aquel momento, el viraje stalinista de 1928 hubiera sido hacia la derecha, no hacia la izquierda, bajo el impulso de las mismas causas objetivas. El que no lo comprenda —¿cómo decirlo cortésmente?— merece que se lo califique de tonto rematado. ¿Qué mayor «apoyo» se les puede exigir a los marxistas para los pasos hacia la izquierda del centrismo? No conozco ningún otro. En cuanto a Radek, Preobrashenski y el clan de capituladores en general, ven el asunto de esta manera: uno se abraza a Iaroslavski por la derecha, el otro por la izquierda y ambos lo «apoyan», susurrándole al oído dónde debe colocar los pies. Veremos, veremos cómo resulta esto en la práctica.

Me pregunta qué artículo sobre China publicó el camarada Urbahns, que le hizo tanto daño[210]. Un articulo indigno de que se lo tome en cuenta: una combinación de ultraizquierdismo y socialdemocracia. Apareció como material para la discusión. Junto con éste se publicó un artículo absolutamente correcto del camarada Landau, también como material polémico. La posición del Consejo de Redacción sigue siendo una incógnita. Si recibe el Volkswille, entonces no es ningún secreto para usted que este tipo de errores de parte del Consejo de Redacción no son casuales. El camarada Urbahns ha dicho más de una vez que no está totalmente de acuerdo con la Oposición rusa. No se puede esperar nada de él. Sin embargo, en una serie de problemas, todos de gran importancia, está de acuerdo con nosotros en menos de un cincuenta por ciento. Pero eso no es nada. El camarada Urbahns nunca formuló de manera clara y explícita sus posiciones sobre los problemas en debate. No hay que consolarse con la idea de que la Leninbund es una organización ideológicamente oficial, que representa los mismos principios que nosotros. Le falta mucho para llegar a eso. A la Oposición le aguardan batallas internas numerosas y muy duras. No necesitamos una política ornamental. Necesitamos claridad revolucionaria. Vamos a luchar por ella; y la lograremos.

Desgraciadamente, el camarada Urbahns no es el único que comete errores. El camarada Paz escribió un articulo absolutamente inaceptable sobre el mismo tema, demostrando así que, definitivamente, repetir las fórmulas generales del marxismo, no es lo mismo que aplicarlas en la realidad.

El grupo Verité asumió en Francia una posición muy correcta, al publicar un semanario que agrupa a la Izquierda comunista francesa. Creo que este órgano tiene la perspectiva de cumplir un gran papel en Francia. Gracias a él se inició un reagrupamiento serio de fuerzas: los elementos revolucionarios activos se unirán bajo su bandera; los escépticos y filisteos disfrazados de oposicionistas serán arrojados inexorablemente al lugar que les corresponde.

En cuanto al «tercer periodo» proclamado por el Sexto Congreso, usted tiene toda la razón: habrá que escribir sobre ello en forma más detallada. Ahora, la fórmula del tercer período ha comenzado a ahogar literalmente a la Tercera Internacional. Los problemas prácticos no se estudian de acuerdo con la verdadera situación sino con la abstracción del tercer periodo.

Para que el burocratismo en la esfera de lo táctico alcance su expresión más acabada, las fechas de las movilizaciones no se fijan según la realidad sino según el calendario. Después del 1° de mayo viene el 1° de agosto. Ahora l’Humanité proclama un septiembre antiimperialista, puesto que el aniversario de la Liga Comunista Juvenil cae en ese mes. De esta manera se fija la fecha de la lucha antiimperialista según la Revolución de Octubre, y así sucesivamente. Se escriben artículos y manifiestos dedicados a esta perspectiva. La conmemoración de estas fechas de calendario debe adquirir «un carácter cada vez más revolucionario» que, a su vez, no surge del verdadero proceso de la lucha de clases sino de la abstracción metafísica del tercer período.

¿Es posible imaginar una caricatura más burda del leninismo?

Y aquí entra Zinoviev. Hace poco escribió un articulo para Pravda sobre el conflicto sino-soviético. El articulo denuncia correctamente a la socialdemocracia internacional que, con la consigna de autodeterminación nacional, asume la defensa de Chiang Kai-shek. Pero no se queda allí. Según Zinoviev, es evidente que China ya entró en el «tercer período». ¿Y la supremacía de Chiang Kai-shek? A Zinoviev esto no lo conmueve. Chiang Kai-shek es… Kolchak[211], y «Kolchak también obtuvo algunas victorias circunstanciales». ¿Pero acaso lo de Kolchak no fue una insurrección contrarrevolucionaria provincial contra una dictadura proletaria victoriosa? ¿Fue así, o no? En China no hay dictadura del proletariado, ni jamás la hubo. Al proletariado chino se le prohibió hasta pensar en eso. Chiang Kai-shek es el amo en los centros más importantes del país ¿Qué tiene que ver esto con Kolchak? Lo anterior no nos impide recordar que en 1924 Zinoviev escribió que el general Seeckt también era Kolchak[212]. ¿Por qué? ¿Con qué razón? Para dar ánimos. El verdadero Kolchak surgió a expensas de una revolución que estaba en ascenso, y Zinoviev creía que ésa era la situación de Alemania en 1924. En honor al tercer período habría que declarar que también Mussolini[213] es un Kolchak; así el proletariado italiano podría respirar mejor. En verdad, las cabezas de estas personas se parecen a una pizarra en la que varios niños escribieron hasta cubrirla enteramente con sus diferentes caligrafías. Descifrarla es un trabajo arduo.

Pero más adelante hablaremos sobre esto. Con saludos comunistas,

L. Trotsky

Escritos , Tomo I
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