4

Pensó que entraba con buen pie porque le abrió Eulalia.

—¿El señor Acosta? —dijo sonriendo.

Ella le miró a los ojos. Tenía el semblante alterado.

—¿De parte de quién, por favor? No sé si está trabajando o si ha salido.

—De su hermano.

Eulalia forzó una sonrisa.

—¡Ah! Pase. Por favor. Y siéntese un momento.

Se le habían secado los labios de repente, y entró en el despacho de Alejandro humedeciéndolos con la punta de la lengua. Le vio enfrascado en la lectura del montón de folios mecanografiados que le había dado en Málaga la hermana de María Dolores. Cerró la puerta y avanzó hacia la mesa llena de papeles que había al fondo, bajo la estantería.

Le llamó en voz muy baja, apenas audible: —Alejandro, amor.. Él levantó la cabeza al tiempo que se quitaba las gafas.

—Dime

Eulalia estaba de pie con las manos cruzadas a la altura del pecho. Había ladeado la cabeza hacia la izquierda, y su melena color caoba adquiría unos reflejos cobrizos herida por la luz de la lámpara.

—Tienes visita.

—¿A estas horas? Eulalia sonrió resabiadamente.

—Es tu señor hermano.

—¡Vaya por Dios! Se levantó.

—¿Dónde está?

Eulalia caminó hacía la puerta que unía el despacho con el dormitorio.

—Lo he hecho pasar a la sala. Se había quedado inmóvil con el tirador en la mano.

—Yo me marcho —dijo después.

La expresión del semblante de Alejandro era una muda interrogante mientras avanzaba hacia ella.

—¿Por qué tienes que marcharte? Tú estás en tu casa. Ella volvió a sonreír.

—No, Alejandro. No estoy en mi casa. Y tú lo sabes.

—¡Qué tontería!

—Estoy en el apartamento de un señor que se llama Alejandro Acosta y que, a los ojos de los demás, incluida por supuesto su familia, lo tiene alquilado para trabajar. Así que dentro de un rato te llamaré. Hasta luego.

—Haz lo que te parezca. Pero que conste que yo prefiero que te quedes. Que estés presente en nuestra conversación. Sabes de sobra que no me importa lo que puedan pensar los demás. Y mucho menos el gaznápiro de mi hermano.

—Eres muy amable. Gracias. Pero yo me voy.

Eulalia desapareció tras la puerta del dormitorio. Alejandro, tras una ligera reflexión, fue en su busca.

La encontró quitándose la bata con cierto nerviosismo.

—No quiero que te marches —dijo—. En todo caso, el único que sobra en esta casa es él. ¡Siempre tiene que meter las narices donde no le importa!

Alejandro notó que los ojos de Eulalia estaban enrojecidos.

—Déjalo, amor. ¿Para qué quieres complicarte la vida? Las cosas son como son. No hay que darle más vueltas. Tú atiendes a tu hermano, como hermano tuyo que es, y yo me voy a dar un paseo. Me acercaré al supermercado. Eso.

—Tú no te vas.

Eulalia cerró con rabia la cremallera del pantalón que acababa de ponerse y se volvió hacia él. Estaba furiosa.

—¿Qué quieres? ¿Que tu hermanito me mire como si fuera la furcia que se compra por mil pesetas y la cama? Porque no me negarás que es lo que yo soy para él. ¿Quieres exponerme a una impertinencia, que sabes que no soportaría? ¿O pretendes que os enfrente a los dos, que os distancie más de lo que estáis?

Mientras se alisaba el pelo, frente al espejo interior del armario, seguía hablando.

—Teníamos que llegar aquí. Pero tu hermano tiene muy poco sentido. Demuestra muy poca prudencia, qué digo poca, ¡ninguna!, presentándose en esta casa. Podía haberte llamado. Hay bares. Cafeterías.

Hablaba como si estuviera haciéndose reflexiones.

—Claro. Tenía que pasar. La familia, ya se sabe, es siempre la familia. Y de repente se encuentra una con que no es nada. ¡Ni nadie! Ahora tu hermano te hablará. ¿No comprendes que estás haciendo el ridículo, hermanito, chiquitín? Que tu mujer te quiere. Que te espera. Llegan los años de la vejez. Los años en que más vais a necesitaros. Además, mira lo que pasa con los hijos. ¿Qué ha hecho Marta más que huir de casa? ¿Y tu hijo mayor? El serial resulta fácil de adivinar. Y el final, todavía es más fácil.

Se disponía a salir, pero Alejandro la agarró de una muñeca.

—Te he dicho que te quedes. ¿No comprendes que si te marchas se saldrá con la suya? Es lo que quiere él precisamente.

Ella se revolvió.

—Déjame. Anda, sé sensato. Y atiende a tu hermano como es debido. No puedes hacerle esperar tanto tiempo.

—Puedo hacerle esperar y puedo echarlo.

Ella suspiró.

—Es precisamente lo que yo no quiero. Que por mi causa te distancies de los tuyos. Compréndelo.

Rozó la mejilla de él con los labios.

—Sé razonable. No es una huida. Es una prudente retirada. Lo que pasa es que a veces se pone una nerviosa. Perdona.

—Que conste que si te vas es por tu propia voluntad.

Ella asintió con la mirada.

—Te llamaré más tarde. Y date prisa, que tu hermano va a figurarse no sé qué. Hasta luego.

Generaciones
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
sec_0098.xhtml
sec_0099.xhtml
sec_0100.xhtml
sec_0101.xhtml
sec_0102.xhtml
sec_0103.xhtml
sec_0104.xhtml
sec_0105.xhtml
sec_0106.xhtml
sec_0107.xhtml
sec_0108.xhtml
sec_0109.xhtml
sec_0110.xhtml
sec_0111.xhtml
sec_0112.xhtml
sec_0113.xhtml
sec_0114.xhtml
sec_0115.xhtml
sec_0116.xhtml
sec_0117.xhtml
sec_0118.xhtml
sec_0119.xhtml
sec_0120.xhtml
sec_0121.xhtml
sec_0122.xhtml
sec_0123.xhtml
sec_0124.xhtml
sec_0125.xhtml
sec_0126.xhtml
sec_0127.xhtml
sec_0128.xhtml
sec_0129.xhtml
sec_0130.xhtml
sec_0131.xhtml
sec_0132.xhtml
sec_0133.xhtml
sec_0134.xhtml
sec_0135.xhtml
sec_0136.xhtml
sec_0137.xhtml
sec_0138.xhtml
sec_0139.xhtml
sec_0140.xhtml
sec_0141.xhtml
sec_0142.xhtml
sec_0143.xhtml
sec_0144.xhtml
sec_0145.xhtml
sec_0146.xhtml
sec_0147.xhtml
sec_0148.xhtml
sec_0149.xhtml
sec_0150.xhtml
sec_0151.xhtml
sec_0152.xhtml
sec_0153.xhtml
sec_0154.xhtml
sec_0155.xhtml
sec_0156.xhtml
sec_0157.xhtml
sec_0158.xhtml
sec_0159.xhtml
sec_0160.xhtml
sec_0161.xhtml
sec_0162.xhtml
sec_0163.xhtml
sec_0164.xhtml
sec_0165.xhtml
sec_0166.xhtml
sec_0167.xhtml
sec_0168.xhtml
sec_0169.xhtml
sec_0170.xhtml
sec_0171.xhtml
sec_0172.xhtml
sec_0173.xhtml
sec_0174.xhtml
sec_0175.xhtml
sec_0176.xhtml
sec_0177.xhtml
sec_0178.xhtml
sec_0179.xhtml
sec_0180.xhtml
sec_0181.xhtml
sec_0182.xhtml
sec_0183.xhtml
sec_0184.xhtml
sec_0185.xhtml
sec_0186.xhtml
sec_0187.xhtml
sec_0188.xhtml
sec_0189.xhtml
sec_0190.xhtml
sec_0191.xhtml
sec_0192.xhtml
sec_0193.xhtml
sec_0194.xhtml
sec_0195.xhtml
sec_0196.xhtml
sec_0197.xhtml
sec_0198.xhtml
sec_0199.xhtml
sec_0200.xhtml
sec_0201.xhtml
sec_0202.xhtml
sec_0203.xhtml
sec_0204.xhtml
sec_0205.xhtml
sec_0206.xhtml
sec_0207.xhtml
sec_0208.xhtml
sec_0209.xhtml
sec_0210.xhtml
sec_0211.xhtml
sec_0212.xhtml
sec_0213.xhtml
sec_0214.xhtml
sec_0215.xhtml
sec_0216.xhtml
sec_0217.xhtml
sec_0218.xhtml
sec_0219.xhtml
sec_0220.xhtml
sec_0221.xhtml
sec_0222.xhtml
sec_0223.xhtml
sec_0224.xhtml
sec_0225.xhtml
sec_0226.xhtml
sec_0227.xhtml
sec_0228.xhtml
sec_0229.xhtml
sec_0230.xhtml
sec_0231.xhtml
sec_0232.xhtml
sec_0233.xhtml
sec_0234.xhtml
sec_0235.xhtml
sec_0236.xhtml
sec_0237.xhtml
sec_0238.xhtml
sec_0239.xhtml
sec_0240.xhtml
sec_0241.xhtml
sec_0242.xhtml
sec_0243.xhtml
sec_0244.xhtml
sec_0245.xhtml
sec_0246.xhtml
sec_0247.xhtml
sec_0248.xhtml
sec_0249.xhtml
sec_0250.xhtml
sec_0251.xhtml
sec_0252.xhtml
sec_0253.xhtml
sec_0254.xhtml
sec_0255.xhtml
sec_0256.xhtml
sec_0257.xhtml
sec_0258.xhtml
sec_0259.xhtml
sec_0260.xhtml
sec_0261.xhtml
sec_0262.xhtml
sec_0263.xhtml
sec_0264.xhtml