Este régimen tiene que ser muy rico en agua
EI problema del agua siempre es un poco desconcertante. Sobre tal aspecto circulan muchas habladurías y rumores, pero a menudo, se halla una opinión “autorizada” que afirma lo contrario de lo que usted ha oído declas
Ahora bien, el problema del agua no es un simple concepto de marketing dietético, un sonajero destinado a divertir a los candidatos al adelgazamiento. Es una cuestión de extrema importancia que, a pesar del inmenso esfuerzo combinado de la prensa, de los médicos, de los vendedores y del simple sentido común, nunca ha convencido realmente al público y, en particular, a la gente sujeta a un régimen.
Para simplificar, puede parecerle esencial y prioritario quemar sus calorías para conseguir un derretimiento de las grasas, pero esta combustión, por muy necesaria que sea, no es suficiente. Adelgazar es tanto quemar como eliminar.
¿Qué pensaría un ama de casa sobre una colada o unos platos lavados pero no aclarados? Lo mismo pasa con el adelgazamiento, y es indispensable que en este tema preciso las cosas queden claras. Un régimen que no esté asociado a una cantidad suficiente de agua es un mal régimen, porque no solo es poco eficaz, sino que viene acompañado de una acumulación de residuos perjudiciales.
El agua purifica y mejora los resultados del régimen
Una simple constatación muy evidente demuestra que cuanto más se bebe, más se orina y más posibilidades tiene el riñón de eliminar los residuos que provienen de los alimentos quemados. Por tanto, el agua es el mejor de los diuréticos naturales. Es sorprendente constatar cuán poca gente hay que beba lo suficiente.
Las mil obligaciones de nuestro día a día retrasan y luego acaban ocultando la sensación natural de sed. Los días y los meses pasan y la sed acaba desapareciendo, dejando de desempeñar su papel de aviso por la deshidratación de los tejidos.
Muchas mujeres, con vejigas más sensibles y pequeñas que las de los hombres, dudan en beber para evitar así continuos desplazamientos, o necesidades intempestivas durante la jornada laboral, o en los transportes, o incluso para no tener que usar los servicios públicos.
Ahora bien, lo que puede ser aceptado en condiciones ordinarias ya no es tolerable durante un régimen de adelgazamiento y si los argumentos de higiene resultan poco efectivos, hay uno que siempre acaba convenciendo, es el siguiente: intentar adelgazar sin beber no solo es tóxico para el organismo, sino que puede llegar a reducir o incluso bloquear totalmente la pérdida de peso, echando al traste tantos esfuerzos.
¿Por qué? Porque el motor humano que consume sus grasas durante un régimen funciona como cualquier motor de combustión. La energía quemada desprende calor y residuos. Si estos residuos no son eliminados regularmente por el riñón, su acumulación más abajo acaba, tarde o temprano, interrumpiendo la combustión e imposibilitando toda pérdida de peso, y esto incluso en el caso de un régimen perfectamente seguido. Lo mismo pasaría con un motor de coche cuyo tubo de escape se tapara, o con el fuego de una chimenea cuyas cenizas no se limpiaran, los dos acabarían ahogándose y apagándose bajo el acopio de residuos.
Las peregrinaciones nutricionales del obeso y la acumulación de malos tratamientos y de regímenes excesivos o incoherentes acaban haciendo perezosos sus riñones. Por tanto, más que ningún otro necesita importantes cantidades de agua para volver a poner en marcha sus órganos de excreción.
Al principio, la operación puede parecer desagradable y fastidiosa, sobre todo en invierno, pero, al insistir, el hábito acaba instalándose y, reforzado por la agradable sensación de lavarse interiormente y de adelgazar mejor, a menudo acaba volviéndose una necesidad.
Agua y proteínas puras combinadas ejercen una potente acción de desalación de la celulitis
Esta propiedad solo atañe a las mujeres, porque la celulitis es una grasa bajo influencia hormonal que se acumula y permanece presa en algunas partes del organismo femenino: los muslos, las caderas y las rodillas.
En esta afección rebelde, sobre la que muy a menudo el régimen se muestra impotente, he observado que una dieta de proteínas puras asociada a una reducción de sal y a un consumo intensificado de agua poco mineralizada permitía obtener una pérdida de peso más armoniosa, con un adelgazamiento moderado pero real de esas zonas tan rebeldes como las cartucheras o el interior de las rodillas.
Comparado con otros regímenes seguidos por una misma paciente en diferentes momentos de su vida, esta combinación es la que, para una misma cantidad de peso perdido, proporciona la mejor reducción global del contorno de caderas y de muslos.
Estos resultados se explican por el efecto hidrófugo de las proteínas y la intensa filtración del riñón gracias al aporte masivo de agua. El agua penetra en todos los tejidos, incluso en la celulitis. Entra en ella pura y virgen y sale de ella salada y cargada de residuos. A esta acción de desalación y efusión se añade el potente efecto de combustión de las proteínas puras y todo concurre en una acción, ciertamente modesta y parcial, pero poco frecuente y que se distingue de la mayoría de los demás regímenes que no tienen efecto propio alguno sobre la celulitis.
¿En qué momentos hay que beber esta agua?
Múltiples restos de información de otros tiempos pero aún vigentes en el inconsciente colectivo persisten en dejar creer que es preferible beber fuera de las comidas para evitar el secuestro del agua por los alimentos.
Esto no solo no tiene fundamento fisiológico, sino que en muchos casos funciona al revés. No beber durante las comidas, en el momento en que la sed sobreviene y en que es tan fácil y agradable beber, hace que exista el riesgo de perder la sed y, bajo el fuego de las actividades cotidianas, olvidar hidratarse el resto del día.
Durante el régimen Protal, y muy especialmente durante su período de ataque con las proteínas alternativas, es indispensable (salvo en caso excepcional de retención de líquidos de origen hormonal o de insuficiencia renal) beber un litro y medio de agua al día, a ser posible de agua mineral, o también bajo cualquier otra forma de líquido: té, café o infusión.
Un tazón de té en el desayuno, un gran vaso durante la mañana, dos más en el almuerzo y un café al final de la comida, un vaso durante la tarde y dos vasos al cenar, ya son dos litros fácilmente bebidos.
Numerosas pacientes me han confesado que para beber sin sed, habían cogido el hábito poco elegante, pero según ellas muy eficaz, de beber directamente de la botella.
¿Qué agua hay que beber?
Las aguas más apropiadas para el período de ataque (puramente protéico) del régimen Protal son aguas poco mineralizadas, ligeramente diuréticas y laxantes. Las más conocidas son las aguas Solán de Cabras, Lanjarón, Fontvella, Viladrau o Aquarel. Si las prefiere con gas, puede tomar agua Perrier, Lanjarón Fonte Forte, San Narciso o Vichy Catalán. Las aguas con sabores de Font Vella, conocidas como Font Vella Sensación, son asimismo válidas, La Hydroxydase es un agua de manantial muy útil en los regímenes de desintoxicación, y sobre todo en el caso de sobrecarga ponderal asociada a una celulitis difusa de los miembros inferiores. Se vende en farmacias, y puede ser asociada al régimen Protal tomando un solo vaso por la mañana, en ayunas.
Para los que tienen costumbre de beber agua del grifo, pueden seguir haciéndolo, ya que lo esencial reside más en la cantidad bebida (suficiente por si sola para despertar al riñón) que en la composición particular de esta agua.
Pasa lo mismo con todas las infusiones y tisanas, té, tila, menta, etc., que seducirán a los que están acostumbrados a su ritual de taza y, sobre todo, a beber caliente, especialmente en invierno. Por lo que se refiere a los refrescos light, y en especial la Coca-Cola light y la Coca-Cola Zero, están autorizados, y he tomado la costumbre de recomendarla durante los regímenes adelgazantes por varios motivos. Primero, muy a menudo permite cumplir con el litro y medio de agua preconizado. Además, su contenido en azúcares y calorías es prácticamente nulo; una caloría por vaso equivale apenas al valor de un cacahuete por botella familiar. Por último, y sobre todo, la Coca-Cola light es, de igual modo que la tradicional, una mezcla sabia de sabores intensos cuyo uso repetido, especialmente por parte de las personas adictas al picoteo que buscan la sensación de dulce, puede reducir las ganas de picar entre comidas. Muchas pacientes me han afirmado que durante su régimen les ha sido de gran ayuda el uso reconfortante y lúdico de estos refrescos light.
Solo una excepción para el uso del refresco light: el régimen del niño o del adolescente, cuya experiencia demuestra que, a estas edades, el efecto de substitución del “falso azúcar” desempeña mal su papel y reduce muy poco la demanda de dulce. Este uso sin límite de dulce puede instalar el hábito de beber sin sed, solo por placer, hábito que puede predisponer a dependencias ulteriores más preocupantes.
Por último, el agua proporciona una auténtica saciedad natural.
En el lenguaje común, frecuentemente se relaciona la sensación de vacío en el estómago con la de hambre, lo que no es del todo falso. El agua bebida durante la comida y mezclada con los alimentos aumenta el volumen total del bolo alimenticio, y crea una distensión del estómago y una sensación de estar lleno que son los primeros signos de la saciedad. Motivo adicional para beber en la mesa. Pero la experiencia demuestra que este efecto de ocupación y del gesto de llevar algo a la boca también está activo fuera de las comidas. Por ejemplo, durante la franja horaria más peligrosa del día, entre las 5 y las 8 de la tarde, beber un vaso grande de cualquier bebida muy a menudo basta para moderar las ganas de comer.
Hoy en día, en el mundo el hambre ha hallado un nuevo campo de aplicación, manteniendo su presión sobre los pueblos desheredados víctimas de la escasez, para asaltar, de forma ciertamente fútil y episódica aunque punzante, un Occidente ávido de esta gama infinita de alimentos, que posee pero que no puede tocar sin envejecer o perecer.
Es sorprendente constatar que en un momento donde individuos, Instituciones y laboratorios farmacéuticos sueñan con descubrir el tentempié ideal, eficaz, hay una gran mayoría de seres a quienes les concierne extremadamente, que rechazan utilizar un medio tan simple, puro y probado como el agua para calmar su apetito.
Este régimen ha de ser pobre en sal
La sal es un elemento indispensable para la vida, y está presente en grados diversos en cualquier alimento. Por eso, la sal añadida siempre es superflua, no es más que un condimento que mejora el gusto de los alimentos, agudiza el apetito y se utiliza demasiado a menudo por costumbre.
El régimen pobre en sal no presenta ningún peligro
Se puede e incluso se debería vivir toda la vida con un régimen pobre en sal. Gente afectada por crisis cardiacas, insuficiencia renal o hipertensión viven permanentemente con un régimen pobre en sal, sin presentar nunca carencia alguna. Sin embargo, sí hay una precaución que concierne a las personas hipotensas, acostumbradas a vivir con una tensión baja: un régimen demasiado restrictivo con la sal, sobre todo si está combinado con un fuerte consumo de agua, puede aumentar la filtración de la sangre, reducir su volumen y bajar más la tensión arterial, pudiendo ocasionar cansancio y sensaciones de vértigo al levantarse rápidamente. Estas personas se contentarán con salar un poco las comidas y evitarán beber más de un litro y medio de agua al día.
Una alimentación demasiado salada, en cambio, retiene y fija el agua en los tejidos
En los países cálidos, regularmente se reparten pastillas de sal a los trabajadores para evitar su deshidratación al sol.
En la mujer, especialmente las que se encuentran bajo fuerte influencia hormonal, en periodo premenstrual, en premenopausia, o incluso durante el embarazo, numerosas partes de su cuerpo pueden volverse esponjosas y retener grandes cantidades de líquido.
En estas mujeres, Protal, régimen hidrófugo por excelencia, desarrolla su plena eficacia si se reduce al mínimo la cantidad de sal absorbida, lo que permite al agua bebida atravesar más rápidamente el organismo; una medida similar a la que se impone durante un tratamiento con cortisona. Referente a esto, muchas veces se oye a personas que se quejan por haber ganado uno e incluso dos kilos en una noche tras apartarse bastante del régimen. Sucede incluso que tal aumento de peso no este siquiera justificado por un real desfase con el régimen, Cuando se analiza la comida que lo causó, nunca se encuentra la cantidad de alimentos que corresponderían al aumento real de dos kilos, o sea, 18.000 calorías, imposibles de ingerir en un lapso de tiempo tan corto. se trata únicamente de la conjunción de una comida demasiado salada y "celebrada", sal y alcohol aunando sus efectos para retrasar la travesia del agua bebida. No hay que olvidar que un litro de agua pesa un kilo y que 9 gramos de sal fijan un litro de agua en los tejidos durante un día o dos.
Ahora bien, si durante el régimen una razón imperiosa le impone una comida profesional o familiar que le obliga a saltarse las consignas, evite salar demasiado, beber demasiado y, sobre todo, pesarse al día siguiente por la mañana, porque un aumento de peso brutal e injustificado podría desanimarle y minar su determinación y su confianza. Espere un día más, o mejor dos, intensificando el régimen, bebiendo agua poco mineralizada y restringiendo la sal, tres medidas suficientes para recuperar el peso anterior.
La sal aumenta el apetito y su reducción lo calma
Se trata aquí de una constatación. Los platos salados aumentan la salivación y la acidez gástrica, lo que aguza el apetito. A la inversa, los platos poco salados estimulan poco las secreciones digestivas y no actúan sobre el apetito. Desgraciadamente, la ausencia de sal calma también la sed, de modo que la persona que siga el régimen Protal debe aceptar imponerse un alto nivel de bebida durante los primeros días para provocar la necesidad de agua y el regreso progresivo de la sed natural.
Para compensar la falta de sal, se aconseja utilizar una serie de condimentos en cantidad moderada, como el vinagre, las plantas, el jugo de limón y las hierbas aromáticas. En el libro No consigo adelgazar, encontrará una explicación amplia sobre los condimentos y su empleo.